jueves, 18 de diciembre de 2014

Propósitos.

Pediré al nuevo año la templanza para acariciar con fortaleza los empeños.
La humildad de la disculpa de los agravios sin intención porque de cualquier forma duelen.
La serenidad para aprender de lo qué ya creí aprendido.
La viveza del fuego para amarte...
La desidia suficiente para perderme de vez en cuando.
El esfuerzo para superar todo lo que en mí no es suficiente.
Deseo necesario para pintar de amarillos los oscuros sinsabores.
Le ruego besos en los ojos de mis sueños y labios para susurrarles caricias a los vientos.
Luces para evitar las sombras que estampa la existencia.
Le pido la sencillez de la nube y la cal blanca de un muro.
Los colores verdes del campo.
Los azules de los aires y los mares.
Abrazos para entregarlos por las calles de los  días que transito.
Le suplico poder mirarte sin miedo.
Quererte sin engaño.
Morirme cada noche entre las sábanas de la luna que me muestra caminos libres.
Le pido la tranquilidad sencilla de la vida.
... porque todo lo demás es una dulce mentira.


Podemos compartir los propósitos y pensar nuevas ilusiones que nos mezan en la lejanía de los días que tenemos por construir. Todos,
somos ya sustancia viva del anhelo de renacer en un tiempo mejor.

Para todos con mi inmenso cariño.
¡Feliz Navidad!
Nos vemos pronto.

Rosa María Estremera.

viernes, 28 de noviembre de 2014

Carta de otoño.

        Quizás no llegué a comprender
        que era yo quién debía cuidarte
 
        y solo quise escuchar
        la paz en tu espera,
        tu consuelo...
 
        Quizás debí aceptar que era más fuerte
        que yo podía,
        más no exististe entonces
        y yo, nací para unirte
       para poder vivirte...
 
       Quizás había llegado el día
       de no hablarme,
       y deambular
       por la inmensidad yerta
       de la soledad humana...
 
       Quizás, pudiera así descansar,
       y dejarme arrastrar
       por los sueños
       del descanso de las noches
       y las tibias tardes de un otoño...
 
 Rosa María Estremera.


lunes, 24 de noviembre de 2014

Por un momento...

"Por un momento
tu aliento
secuestró mis pensamientos.
Acariciada
por las frescas manos
de tu recuerdo,
observé intranquila mi rededor...
todo estaba extrañamente dorado,
difusamente iluminado
como si la penumbra
que de la noche nacía,
quisiera vestirse de ópalos claros.
todo refulgía
mi ignorancia,
el callado beso de las hojas,
los contrastes de las luces artificiales
y el de sus sombras naturales.
Por un momento,
me besó
el tímido suspiro de la inspiración.
 
Rosa María Estremera.
 


jueves, 20 de noviembre de 2014

Sola

Llueve fuera...
y todo se anega de las lágrimas
Alarcón
que se quedan atascadas en mi garganta.

Lloraría eternamente...
 
Pero el tiempo me enseño a ocultarlas
¿para qué enseñarlas?
¿para que llorar?

No hay nadie que pueda entenderlo
porque no hay nadie, estoy sola.
Sola. Tú. Yo. El viento.

En este lugar en el que me encuentro
no existe nada,
Tú no estás,
te fuiste hace mucho tiempo.

¿Te acuerdas?

En ese preciso instante, te conocí,
sólo fue un instante...
y se fue despacio para que no nos enteráramos.

Ya no estás...
ni tú, ni mi lloro, ni ese lugar mágico
donde fuimos uno.

En ese espacio donde un día,
hace ya mucho tiempo,
nos besamos... Tú. Yo. Y el invierno.
                                                                                        
  Rosa María Estremera                             

 Poema de la primera sinfonía: Voz que busca; de "Sinfonías y voces" Ediciones Vitruvio

jueves, 13 de noviembre de 2014

DÍMELO

 Hay momentos que descargan, tamizados por los tibios y tímidos intermedios de la presencia, caídas
 de aguas tan bravas e intensas que terminan por inundar las razones, velar miradas profundas y borrar sensatas decisiones... si las hubiera.
 
Hay momentos de aguas tan turbias que nos anegan de sin razones que nos sumergen y nos desbordan de iras... de sinrazones. Cuando son tan bravas las aguas... hay que concentrarse en llegar a las aldabas que aseguran las rejillas de las alcantarillas de nuestra realidad.
 
Alcanzarlas, agarrarlas fuertemente con firmeza y con precaución abrirlas.
 
Hay ,una vez horadados los muros agrios de los sinsentidos: rezar aun sin creencia dogmática, aunque sea un rezo laico, una plegaria, una súplica de voces anhelantes para que la inercia del sucio torrente no nos arrastre al interior de las cloacas, y nos pierdan en sus oscuros y sombríos dominios. Porque ni tú ni yo hicimos nada. Porque no lo hicimos, ¿verdad?... Dime que no... que tú sí puedes lanzar "la primera piedra". Dime que estamos limpios  ¡Dímelo!

Hay momentos que se antojan casi imposibles y difícil de creer que son verdes los tallos que sujetan nuestras flores y nuestras vidas. Ardua la tarea de esperar malvas entre los distintos matices del arcoíris.
 
Hay momentos que requieren de un esfuerzo que sólo el ser humano es capaz de generar, que sólo tú eres capaz de inventarte y crear para habitar mundos posibles, para anegar de plácidas y pulcras aguas nuestros cauces por cimentar.
 
De reescribirte una vez más tras el telón de estos sórdidos escenarios.
 
Hay momentos donde el intrépido ser que llevamos dentro se atreve a lanzarse en pos de reflejos dibujados en los muros, escondidos refulgentes entre la piedras de siempre.
 
Hay momentos, donde recogemos con premura y certeza las luces entre los telones, y nos dejamos arrastrar suavemente a los candiles para que podamos encenderlos, y así, nos acompañen de vuelta a las limpias aceras de ésta nuestra existencia por construir.
 
Dime que tú y yo podemos...Dime que me ayudarás si yo no alcanzo. Dime que estaremos juntos. ¡Dímelo!
 
Rosa María Estremera.

viernes, 7 de noviembre de 2014

Tiempos lógicos

 
Hoy pensaba escribir miradas y conclusiones,
pero sólo pude pensar en las voces ausentes
 de las escarpadas huidas de tu ausencia.
Hoy, quería escribir lógicos tiempos...
y me perdí entre los amarillos recuerdos
que alfombran los pasos de mi vida
desvaneciendo las hojas caducas de mi existencia.
Hoy pensaba huirte y te encontré escondido,
descomponiéndote bajo los ocres mantos del otoño.
 
 
 
 
 
Poema Inédito de Rosa María Estremera.

lunes, 3 de noviembre de 2014

A VECES... LIBRE

Son en estos tiempos de carencia absoluta de responsabilidad y ética cuando debemos demostrarla con mayor esmero y contundencia. Son estos los momentos cruciales donde se escriben los verdaderos propósitos, los designios de la historia que vivimos y creamos.
La justicia y la libertad no son sólo palabras, son principalmente hechos que se conquistan día a día con las actitudes individuales y sociales.
Hechos que requieren de mujeres y hombres comprometidos, tenaces, perseverantes, honrados, humildes, con conciencia social que rehúyan de la banal demagogia y los sueños heroicos de liberación.
Nuestra sociedad a base de mucho sufrimiento y esfuerzo ha conquistado niveles insospechados de libertad y progreso que debemos preservar de las oleadas de perversidad e injusticias reinantes.
Bajo el ineludible marco de la ética y la moral apremian cambios radicales en nuestro sistema, pero con la premisa de la verdadera justicia y libertad que como decía Nelson Mandela no es desamarrarse de las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de los demás.

                            A VECES... LIBRE                                   
             
 A veces cambias
        y te conviertes en otra...
en otra alma,
en otra palabra.
   A veces sólo eres el aire
que se escapa, que se mece
de lejos en la nada.
 
A veces se deja todo,
a veces... nada...
 
A veces, las cadenas
a las que un día te entregaste
se han hecho llaga en tus manos
cansadas de arrastrar falsas promesas,
falsos himnos,
falsos sueños y esperanzas.
 
 
 
 
A veces desobediente
a los dictados esperados
 uno se vuelve,
y mira asombrado la larga cadena
que uno mismo ha forjado y mezclado
con el sudor y la tierra;
impregnada en el rostro
después del camino transitado.
 
Se decide:
 
A veces, sigues caminando
junto a los falsos ídolos
esclavizados.
 
A veces uno decide:
 
...o escupe la tierra
y el sudor de sus labios agrietados,
y sin dudarlo
rompe las cadenas
que uno mismo ha buscado;
...o se traga la arena seca,
el sudor y el eslabón usado
de una cadena esclava
y sigue llorando, esclavo...
 
A veces el hombre sabe ser libre,
a veces... habrá que comprobarlo...
 
 
Poema de mi libro "Sinfonías y voces" de ediciones Vitruvio.
 
 
 


viernes, 24 de octubre de 2014

Rebelión al Desánimo.


El desánimo se desliza viscoso y pujante, silenciosamente y sin tregua por los rincones de nuestra vida. Conquistando los momentos con interminables tropas de desidia que impregnan nuestra cotidianidad.

 El desánimo de la opulencia, de lo afanado por la gran mayoría de los representantes “de casi todo lo representable en una sociedad democrática”. Deja enmudecido al ciudadano y al hombre maltrecho de desilusión y tristeza. 

Y cuando terminamos por enterrar bajo mantos de corrupción, mentiras, malas gestiones, nula formación y preparación, descontrol agrio, desaforado y casquivano de estos momentos que nos  han tocado vivir nuestros anhelos, enterramos con ellos, casi sin sentirlo, nuestra propia esencia que como seres humanos nos caracteriza y estigma: el deseo.

Deseo de rebelarnos ante lo que se nos revela insoportable, cruel y casi inhumano.

Llegados a este punto y conociendo que somos capaces de los más terribles actos, sería estúpido negarlo, y de las más altas y loables acciones, que aunque no de moda… es incuestionable que somos capaces de llevar a cabo; me pregunto si podremos“recomponer esta situación a la que hemos llegado”.
                                                      


No discutiré sobre cómo hemos llegado, ni en quién o quienes reside la responsabilidad, me preocupa sobremanera la resolución de los hechos. Que la rebelión necesaria no sea una manera burda, descompensada, revanchista e ineficaz de destrozar todo para volver a construir, no tenemos ni tiempo ni fuerzas ni dinero para recrear una desolación innecesaria. Y sin embargo urge una renovación profunda y crucial, serena y rigurosa, responsable y meditada de nuestra realidad social, cultural y económica, que como una buena campaña de relaciones públicas será a largo plazo. Pero que debemos acometer ya, porque si no, abocaremos a nuestros jóvenes, a nuestros hijos, a los tuyos y a los míos a un oscuro, incierto y cercano futuro.

Porque debemos recordarnos que la justicia existe a pesar de lo acontecido, que los progresos son posibles aunque nos hallan y hallamos replegados a rincones de inmundicia ética y moral. Debemos recordarnos que como hombres, no nos podrán arrebatar la capacidad de recrear bajo los nefastos velos de la incongruencia y la maldad uno de nuestros mayores dones: La magnífica, arrebatadora y eterna capacidad de desear, de reesperanzarnos con nuestras capacidades que no son pocas, de volver a repensarnos y reconstruirnos bajo la sensata mirada de la razón y la ética.

Por ti, por mí y sobre todos por nuestros hijos, los de todos, para que sepan “que somos capaces” y no se diluyan en la fluida desesperanza de esta historia. Que podamos siquiera dejarles en herencia algo mucho mejor que el dinero, la certeza de que con voluntad y deseo todo puede llegar a ser, incluso una sociedad donde todos podamos volver a ver el sol suspendido en un halo de humanidad y esperanza.

lunes, 6 de octubre de 2014

Diálogo del goce del amor y del deseo.



- ¡Perdóname! - silbaba efímero el árbol mirando su reflejo casi inmóvil-
- ¡Perdóname por adentrarme en tus entrañas!
- ¡Sálvame! - rezaban sus copas vibrantes, ante el roce eterno de las cumbres cercanas-

Y las cumbres, celosas del agua se alzaron.
Y las aguas, altivas, pulieron los reflejos amarillos y verdes.

Mientras, el árbol soñó con tu mano ardiente y los besos sinceros de tu mente.



Sierra de Madrid - RASCAFRÍA- Otoño

lunes, 29 de septiembre de 2014

Estación: Otoño


Tras las sosegadas y cálidas tardes de un verano que se marchó, aparecen entre los amarillos campos, inicios de verdores perdidos. Los secos caminos beben, ávidos de vida las lluvias que se me antojan tempranas y pasionales.

Últimamente hasta las estaciones parecen acometer sus dones como si temieran no poder hacerlo más, como si les hubiéramos secuestrado el tiempo.

Nosotros, los que habitamos sus tierras, respiramos sus aires y comemos sus frutos.

Los que paseamos por sus senderos de vividas experiencias y reposamos sobre la tierra poseedora de nuestra propia existencia, huimos de la plácida serenidad del anuncio que nos regala cada estación.
SENDEROS

Creamos frutos fuera de sus procesos naturales, inventamos fríos para pulir los tórridos veranos, desarrollamos calores que nos abriguen del empuje helador del invierno.

Descubrimos secuencias de nuestro ser, y podemos ya, crear otros.

Hay plantas que crecen sin tierra. Hay luchas que se repiten y no parecen tener fin. Luchas inútiles que en nada tienen en cuenta ni el fruto ni la lluvia ni el ser.

Nada está solucionado, solo intentamos esconder nuestra estupidez tras velos de hipocresía que surgen de nuestro propio sistema de vida y el peligro de perder lo poco que nos queda nos acobarda.
 
Cuántas menos aguas caigan al campo seco mayor desgracia traerán las aguas, que a veces enardecidas arrasan sin compasión lo útil y lo inútil.
 
Mientras, otra estación empieza y augura torrenciales lluvias.

Quizás este otoño venga con bríos guardados en sus hojas de bermellón y sus suelos tapizados de amarillos, de sus hojarascas de embriagadores colores; quizás este otoño solo quiera gritarnos desde la desnudez de las ramas, la posibilidad de que hallemos “las opciones” para que nuestra vida sea una estación en la que nos permitamos vivir.

Quizás podamos aprender a ver los matices que los reflejos del sol dibujan en los miles de senderos, que el hombre es capaz de encontrar entre los rancios, obsoletos e injustos caminos ya andados… y lo sepamos hacer sin anegar, ni arrasar las pobres ilusiones y esperanzas de los hombres, que se olvidaron que tras la desnudez de la rama, en otra estación no muy lejana volverán a brotar tiernas y verdes hojas. Pero para ello debemos seguir mimando el tronco del que sin duda nacerán, nuevas horas.

miércoles, 16 de julio de 2014

El Estío.


A veces, la espera, nos alumbra calores ya olvidados…

El verano nos acoge una vez más, este año llegó furioso y tardío, aún no sé, si se irá sosegando con el paso de los días, o por lo contrario, llegó su calor concentrado y embravecido por la espera.


Foto: Rosa María Estremera. Dentro de la colección " Estío"
 
Para mí estos son tiempos de espera, de reflexión, de búsqueda apacible y sorprendente entre los vapores y efluvios de las altas temperaturas, que me hacen finalizar el año.

Me encuentro entre esas personas que comienzan los años en septiembre, el calor me hace invernar las fuerzas, aunque no las ideas que sorprendentemente parecen incubarse entre las horas perdidas del estío.

Ha sido un magnífico año, cargado de proyectos inusualmente cumplidos, de sueños indescriptiblemente conseguidos. Me llevo bordado en la memoria momentos que nunca creí fueran posibles. Un año, sin duda alguna, del lado del deseo.

Sólo puedo sonreír y agradecer. Sonreír a la adversidad superada, y agradecer a todos los que me ayudaron.

Y sin embargo en esta tarde pesada de mediados de Julio, cuando el calor me obliga a encerrarme tras las sombras para buscar el frescor, siento que “algo he perdido” al dejar tras de mí, las luces vespertinas que todavía abrasan escondidas y agazapadas detrás de las persianas y las cortinas de mi casa y pienso que huyo de la inevitable soledad del hombre.

Me sorprendo ante mi tristeza que no tiene lugar. Ante la incomprensión de los actos y sentimientos humanos… y reflexiono sobre cómo desea el hombre, cómo deseo.

El deseo que impulsa a moverse se me antoja ser tan “verdad”, cómo que su ausencia, en un principio nos narcotiza y calma, para acto seguido sumirnos en una melancolía de la cual no saldremos hasta que volvamos a desear.
Foto: Rosa María Estremera. Colección: "Estío"

Preso se encuentra el deseo en nosotros mismos, en nuestro ser intolerable y sublime, en nuestro misterio infinito.

La duda eterna, la insatisfacción inapelable, incuestionable, inconfesable que nos hace huir de nosotros mismos, para volver  a reencontrarnos ojerosos y deseosos tras los miedos que una vez y otra vez arrinconamos, con la inquebrantable esperanza de enamorarnos una vez más de la insoportable locura que es estar vivo.

                Y entonces pienso que todo volverá a ser posible que solo resta levantarme y abrir de nuevo los postigos, y todo lo que busque y lo que encuentre tras las cálidas tardes del verano tomaran de nuevo forma de bastón que sustente mis sueños y mis palabras.


Foto: Rosa María Estremera. Colección:
"Estío"
Ahora solo me queda soñar los mundos y las voces que me amparen y me entiendan, ahora solo me queda refugiarme en tu palabra y en tu espera que silenciosa y plácidamente vaga clamorosa y ardiente por las abrasadoras luces que el estío inverna en mi mente. 



Me despido de todos hasta septiembre, no sin antes desearos que encontréis siempre una palabra que os calme y un beso que os acune en las tórridas horas estivales. Mil gracias a todos, feliz verano y que vayamos pensando como volver a conquistar los sueños y los deseos. Un beso para todos.
 

martes, 1 de julio de 2014

Los sueños naranjas de tu paisaje.


                    Hoy quisiera compartir con todos vosotros un nuevo número de http://issuu.com/cromomagazine donde José Alberto López nos regala sensaciones en naranjas. Tengo que agradecer muy sinceramente que me haya hecho partícipe de esta maravillosa revista que además, me ha puesto en contacto con tan diversos y magníficos artistas. Gracias también a José Luis López Moral y su maravillosa obra que me sirvió de inspiración. Y felicitar a Paco Mármol por su bella maquetación. Espero os guste mi pequeña colaboración.
                                             "Un fuerte y anaranjado abrazo para todos."



 

LOS SUEÑOS NARANJAS DE TU PAISAJE 

Arrastrándome, llegué hasta el ámbar de tus fines,
para encontrarte entre las huellas de tu ausencia
que sobre las secas y olvidadas mieses,
recostaba el cuerpo inexistente de tu vida y tu simiente. 

El ángelus naranja de tu ocaso
impregnó la soledad tosca de mis ojos,
que buscaba cómo fundirse
entre tu campo y las infinitas luces… 

Aquél rezo obró el milagro
y mi cuerpo, casi inerte, te encontró
escondido por brisas de espigas
entre naranjas de verbos y versos candentes.

Exhausta, llegué a las paces de tus destierros.
Y me transforme en tu tierra y en tu aire,
y me mezcle con lo eterno de tus campos
para beber de los sueños naranjas de tu paisaje. 
 RME
 
Foto de Jóse Luis López Moral
Colección Angelus.
 

  
 


 

 

 

martes, 17 de junio de 2014

Amarlo Todo


AMARLO TODO 

Amar, sin poder, sin querer,
sin tener.
Amar la luz que me calienta
y la fría brisa que me despierta.
Amar la lluvia y el sol
a partes iguales.
 
Amar el desafío y la lucha,
Deseando descansar en las
playas del olvido,
donde los deseos
no duelen y los anhelos
recalan serenos junto a los
besos que no dimos.
 
Amar amar, desear el deseo,
perderlo… buscarlo
de nuevo, alborotado
y revuelto entre la espuma
blanca de las mareas de
mi sentidos.
 
Y amar, amarlo todo,
lo encontrado, lo buscado,

lo perdido.
 
Y dejarme arrastrar
Por la brisa del olvido…
por el sol de mi esperanza,
para que la espuma blanca
ame mi cuerpo y mi
destino.


Poema perteneciente a la quinta sinfonía: Voz que Ama. De mi libro "Sinfonías y voces"
Ediciones Vitruvio.
The River of Light
Frederic Edwin Church
National Gallery of Art (1877) Washington.
 

 

viernes, 6 de junio de 2014

El arte y la muerte.

Hoy comparto con todos vosotros una colaboración para la revista literaria de narrativa y poesía:
http://repoelas.com. Dirigida por José Antonio Hervas, dicha revista recoge relatos, poemas, fragmentos de novela, de autores contemporáneos en lengua española. Es muy gratificante pensar que hay personas que están comprometidas de alguna manera con la cultura, el deseo hecho palabra, el arte... la poesía.

Es el arte en cualquiera de sus infinitas caras lo que nos diferencia y caracteriza como especie. Lo que nos individualiza como sujetos y nos brinda la oportunidad de edificar conjuntamente la sociedad.
Es el arte, la cultura, la ciencia, el deporte... es decir: el deseo, el amor, la pasión, el trabajo, el esfuerzo, el erotismo, la sexualidad entendida como energía del ser humano, la creatividad... los activos que disponemos como seres humanos para contrarrestar ese lado mortecino y malvado que también acompaña a nuestra especie.

Es nuestro verdadero valor, nuestro poder por encima de cualquier opresión, incluida la nuestra propia. La única manera de no ser esclavizado tanto por otros como por nuestra propia soberbia y estupidez.
La educación y la cultura, el arte, el deporte, el deseo por crear y avanzar es, se me antoja, la mejor manera de "ser" libres en nosotros mismos, sujetos consistentes y responsables que construyan los senderos por donde irremediablemente el hombre debe seguir avanzando, aprendiendo quizás que no es cuestión de destruir sino de seguir construyendo.
Por eso muchas gracias a todos los comprometidos con la esperanza y el deseo.

Esta es mi humilde aportación a esta revista:

VI LA MUERTE
El goce escondido de un lamento
recordado eternamente entre el amor
y el placer muerto.
Y me encontré reflejada,
capturada por un objetivo lento
entre las reflejadas aguas
del puerto de mi infancia.
En ese sublime instante
vi la muerte descansando
en mi sosiego consciente.
Y aprendí a resguardarme del oleaje,
aprendí a entregarme a los brazos
de aquel puerto sin reproche,
secuestré tus ojos,
y los embalé…
junto a mi vida y mi equipaje. 

  Poema incluido en la cuarta Sinfonía: Otras voces, de mi libro “Sinfonías y voces”. Editorial  Vitruvio
 
                                                   Foto de Rosa María Estremera: "Anochecer de Junio"
                                                                                                    

 

jueves, 5 de junio de 2014

Pintando de colores las ilusiones


Son los colores, los vistos, los imaginados, los soñados, los anhelados, una especie de bálsamo que atempera los ánimos y descansa las batallas de nuestros pensamientos.

Los colores y sus luces: Grises, naranjas, ámbar, plata…

A través de ellos y por ellos, puedo  transformar las emociones que me asaltan, los afectos y defectos, las pasiones, las sensaciones de la piel y del alma en palabras, libres de velos que esconden y ocultan los matices con los  que mis palabras, quieren  versar las dichas, los miedos y frustraciones.

Son los colores percepciones inexistentes que se forman en la retina de nuestras ilusiones.

Para calmar nuestra melancolía:

Sol
 
“Gris el cielo, las ideas, gris el hombre, gris la nada.”(…)

Para acompañarnos por las veredas de los deseos:

“la Luz naranja que iluminó las ventanas” (…)

 
Para serenar las ansias:

 “resplandece ámbar en la lluvia olvidada” (…)

 
Para iluminarnos de esperanza:

“Siempre hay una hoja que capta

en su envés la luz plateada”(…)

 

Y con los colores la luz; la que ilumina, la que despide y abraza, la luz que nos cobija y ampara la que nos permite ver colores donde solo hay sombras:

 “La luz que despide al invierno

 la que acaricia de nuevo el alma”(…)
Torre y Cigüeña
 

 
Los colores me acompañan en el misterioso y mágico sendero de mis ansias hechas palabras, sin ellos casi me quedaría muda, sin la maravillosa ayuda de sus aromas y sabores, pues los colores llevan el olor de los gustos en el misterio de sus dones.

 
Todos los versos donde menciono colores están extraídos de un poema “Luces” que pertenece a la tercera sinfonía: Voces y Alma, de mi libro. “Sinfonías y voces”.

 
Los colores y las luces que nos permiten distinguirlos, se me antojan alegoría de la capacidad que en todos anida de poder transformar y sublimar aquello que nos destruye, entristece y anula en esperanza e ilusión. Dejándonos en senderos donde acampan los deseos que nos hacen creer que es posible “vivir un vida repleta de vida”.

  
Por eso, me ha parecido una idea genial, que el artista José Alberto López, estampador que ha colaborado con diversos diseñadores, decoradores y editores, desfilado en pasarelas como Cibeles, Gaudí, South 36.32N, impartido talleres de pintura manual de telas dentro y fuera de nuestras fronteras y pintor de collages textiles. Publique una maravillosa revista digital: cromomagazine.blogspot.com donde cada número está dedicado a un color. ¡Gran idea!  www.josealbertolopez.blogspot.com  www.escueladecolor.com


Villa y Dragos
Estas Cuatro obras que veis son de José Alberto López.
 


 
 
Árbol






 

 

 

 

jueves, 29 de mayo de 2014

El vacío que llena tu palabra

Enlazando con texto sobre el vacío “de después” de la creación. Este es un pequeño poema dentro de la segunda sinfonía: Voz que encuentra, de mi libro “Sinfonías y voces” Ediciones Vitruvio.



Sólo somos palabras que dotamos de sentido y a ellas nos enlazamos.

Palabras que dicen cosas imaginadas y soñadas.

Palabras que nos besan y acunan en un rincón del alma… Que  nos dicen:

“Despertad y descansad en el vacío que llena tu palabra”.

 
En la foto, un cuadro de Edouard Vuillard, dentro de la colección:
 “A painter and his Muses”, (1890-1940).
Lucy, mujer de Jos Hessel y amante y musa de Vuillard, posa para el pintor en 1913.

 

domingo, 25 de mayo de 2014

Ecos

Hoy me hago eco del blog  "El corazón del verbo" antoniamariacarrasal.blogspot.com.es  y su sección " La cebada al rabo" donde nos ofrece un espacio para poder mostrar nuestra palabras y poder conocernos, una idea fantástica que desde aquí agradezco. Como agradezco también el honor de  haber sido la primera en inaugurar dicha sección a la que deseo la repercusión merecida. Os invito a conocer el blog de Antonia María Carrascal. Un fuerte abrazo y mis mejores deseos.

Esta ha sido mi pequeña aportación a su gran idea:

SER LUZ 
Ser luz, luz del reflejo

luz del viento y del alma.

Luz al nacer,

del renacer…

Luz que caliente por dentro,

por dentro y por fuera del alma. 

Ser fuego transportado,

inervado en luz,

enamorado…

profusamente alejado,

fuego entre los campos.. ¡Luz!

Fuego reflejado. 

Ser llama salpicada

del fulgor escarpada…

Tronera deslizada

de la mente: sus cimas cansadas.

Luz de mis rejas

luz que enciende, que acaricia y besa.


Este poema, pertenece a la tercera sinfonía: Voces y alma de mi libro “Sinfonías y voces” de ediciones Vitruvio.







miércoles, 21 de mayo de 2014

El vacío "de después" de la creación

Queda en el interior del creador, cualquiera que este fuera y cualquiera fuera la obra creada: un cuadro, un poema,  una escultura, un jardín, una interpretación, una comida, una foto, un edificio...  porque en todo lo que hay pasión, entrega, esfuerzo y deseo  se puede constituir en mi opinión una obra de arte. Como os decía, al finalizar la “obra”  queda en la mayoría de los casos una sensación de vacío que puede abarcar desde lo inquietante y ligeramente perturbador a lo aterrador, el alumbramiento deja de llenar aquello que estuvo llenándose durante el proceso creativo. Dice Lacan: “Todo arte se caracteriza por cierto modo de organización alrededor de ese vacío.”

Se llenó de trabajo, pero sobre todo se llenó de amor, porque sin amor no hay obra y menos de arte. De ilusión y de deseo, como si de un enamorado se tratase el creador vuelca su energía su pulsión en crear, constituyéndose como un solo ser, donde es el amado, la obra, una de las razones principales de la existencia del artista, en una lucha por atrapar ese pequeño objeto amado, perdido e inalcanzable.

Los artistas, como los enamorados se creen uno, como las mujeres embarazadas se sienten completos. Se me antoja que dicha sensación tiene mucho que ver con la capacidad que alumbra al poeta a dar forma a través de palabras y versos, al vacío de nuestra alma.

Llega el poeta, por esa capacidad suya para dejarse arrastrar a los confines de nuestros mundos interiores o a deambular por nuestro inconsciente, a percibir y transmitir los sentimientos escondidos en lo más profundo de nuestra alma. Librando una batalla con lo oculto, con lo velado… con lo inconsciente. Sorteando una serie de obstáculos y dificultades para llegar a modelar lo que se revela tras nuestro inconsciente. ¡Qué bien nos viene, que como nos dijo Jacques Lacan, este inconsciente esté estructurado como un lenguaje!

Hay un momento en que la palabra cobra forma y vida, las letras configuran alrededor de un vacío, versos que lo constituye y lo llena… por un momento, solo por un momento  sacia el vacío que nos conforma. Las letras dejan de ser letras y se transforman en algo más allá de la palabra. Nos ampara de la angustia y la tristeza, nos cobija de nuestros monstruos, nos besa callada las entrañas.

Pero cuando el poema (o cualquier obra) está acabado se acaba nuestra completud, como cuando se desgasta la pasión o se alumbra un hijo…

Y vuelve ese opresor compañero que nos recuerda que nunca habrá nada que pueda llenar ese vacío y nos pone ante los ojos sin vendas de nuestra falta, de nuestros fallos, de nuestra humilde condición que nos lleva a sufrir y a equivocarnos, pero que como decía Freud nos permite sublimarlo, haciéndonos, aún con todas nuestras miserias, capaces de haber desarrollado la cultura, el amor y el arte.

Bendita falta, bendito vacío que nos hace construir acueductos llenos de nubes para saciar los ojos  y las mentes, con soles que resplandecen, y lunas que nos estremecen.

Foto maravillosa de José Luis López Moral
 que expone
 en el festival OffPhotoespaña 2014
Inauguración sábado 24 de Mayo 12h en Galería Libre.


martes, 13 de mayo de 2014

Tras la presentación, mi agradecimiento a todos

Aún con la emoción en la piel y con un inmenso y sincero agradecimiento tanto a la Editorial  Vitruvio y Pablo Méndez, extraordinario editor y poeta por hacer un precioso libro: “Sinfonías y voces”. Cómo a mi querido amigo Jesús Ayet, poeta sin igual, filólogo, maestro y psicoanalista cuya extraordinaria presentación de mi libro no podré agradecer  suficiente en mi vida.

 A todos los que conmigo estuvisteis compartiendo ese momento tan especial. Qué como os dije entonces y hoy os reitero, no sólo era la presentación de mi libro, era yendo más allá, el momento donde me mostré ante todos los que allí estuvisteis como escritora. Eso es, lo verdaderamente importante para mí, pues con ello adquiero firmemente el compromiso y la responsabilidad ante “el otro” y ante ustedes los que no estuvisteis pero me seguís y apoyáis desde este lugar, para seguir trabajando, aprendiendo y esforzándome para poder transmitiros esa parte de mí, esa esencia que busca dibujaros nubes en los sueños por construir de vuestras ilusiones.

Aquí os dejo la presentación que sobre “Sinfonías y voces” hizo Jesús Ayet. Un impresionante estudio psicoanalítico y una extraordinaria crítica literaria. Que más allá de elogios, los cuales agradezco inmensamente cómo no puede ser de otra manera, es un texto que muestra la maestría y la genialidad de este maravilloso poeta.

Gracias de corazón.

Rosa María Estremera Blanco.


"Queridos amigos (gracias a los cuales esta mujer que tengo aquí al lado aprendió a poner nombre a los vientos) y queridos enemigos (dudo de que aquí haya alguno pero por si acaso darles también las gracias, pues parece que por ellos esta misma mujer se nos ha hecho de viento), en fin, fuera de bromas quiero deciros en primer lugar que me siento muy honrado y orgulloso de presentar este libro, un bello libro que comienza igual que el Evangelio, recordándonos cómo en el principio era la palabra, y a partir de ella fue surgiendo todo; ligero error, pues está claro que antes o a la vez que la palabra estuvo la voz capaz de pronunciarla, y esa voz que dio nombre a las cosas, se hizo música, y la música se hizo sinfonía, y la sinfonía, ahora, en este libro, se nos hace poesía con la voz de Rosa María Estremera, que nos da no una, sino cinco hermosas sinfonías de voces que buscan, de voces que encuentran, de voces que aman, porque son voces del alma.
     Quiero ofreceros una primera lectura de este hermoso libro, que en mi opinión no tiene nada de primerizo, sino que goza de una asombrosa madurez temática y una rica elaboración textual, que no es por nada, pero quien os habla supo apreciar nada más leerlo antes incluso de verlo transformado en este precioso libro, edición que bien merece también las alabanzas y la enhorabuena a su editor por el gusto con que ha sido materializado: su brillante portada, su significativa fotografía, su no escatimar papel en la edición para que el texto se incruste como Dios manda en la bella página cuyo blanco alrededor del texto realza el valor simbólico del mismo, de la palabra, del silencio que debe rodearla… el libro, como veis, ha quedado no sólo digno, sino primoroso y excelente.
     Comienza la 1ª sinfonía con los temas de la soledad y de la nostalgia. La lluvia metaforiza las lágrimas, cuyo sentido no puede comprenderse del todo. El espacio es fundamental, pero lo es aún más el tiempo: el invierno es un instante que se prolonga en la memoria y se convierte en mágico, como el mismo lugar de los hechos. ¿Cuáles hechos? Los propios del amor: el beso, los besos (p.17). El sueño y el miedo acompañan a la protagonista de este “relato” sentimental, junto al sufrimiento y al gozo, que a veces se confunden. Hay un miedo a la locura (esa oscuridad de la mente a veces tenebrosa) y una búsqueda de la claridad. Los elementos cromáticos poco a poco alcanzan valores simbólicos con el verde de la naturaleza vegetal, el azul del cielo, junto a símbolos como el lirio (¿por qué “caído”?), pero sobre todo las palabras. Buscar es la actividad fundamental, lo que implica la falta, y la pérdida (BUSCO UN SUEÑO, pp. 19-20).
     Junto al sueño, la ilusión y la esperanza, hace su presencia el elemento negativo del engaño, frente al cual se busca la verdad. ¿Cuál verdad? Se alude a la verdad de los sueños, de los sueños del alma, y se desea conocerlos al menos en parte, sin duda esa parte relacionada con el amor, que se quiere conservar sea como sea, aunque se convierta en mera esperanza, como al principio: ese camino de lirios azules por donde se escapa el deseo inalcanzable (p.21). Sólo cabe buscar, siempre, buscar… Y se encuentra con el mar, sus aguas embravecidas, el amor y la nada, esa presencia inencontrable pero siempre presente y tan temida; y el viento como aliento de la naturaleza. Todo esto es lo que se va encontrando, y todo ello queda coronado por el beso, símbolo por excelencia (sabroso, emocionante símbolo, tan anclado en lo real) del amor, aunque a veces sea como “una ola fría que me arrebata (p.23).
     Los poemas cortos (de 4, de 6 versos) aparecen como refrescantes goterones, como saladas salpicaduras de ese oleaje turbulento, una turbulencia poética cargada de paradójicas propuestas: amar a quien no existe, querer a quien no quiere, ir por caminos cercanos pero desconocidos, hasta llegar a la preocupante conclusión de que nada sensato puede decirse del amor (mas, ¿quién espera algo sensato en la poesía, pura aunque maravillosa insensatez en sí misma?); sólo cabe sentirlo “como absoluto”, o desearlo (pp.24-25).
     Y los textos en prosa: sobre el tormento de no sentir nada y desear la luz (p.26), sobre las historias de amor, a veces incluso sin personajes, salvo el árbol desnudo por el viento, el olvido bajo la lluvia, y el susurro al oído (pp.30-31); sobre la experiencia, que no es sino un cúmulo de descubrimientos hasta aprender “lo que es amar” (p.32); sobre la inspiración, en el límite del encuentro y de la pérdida, y la impaciencia y la desidia hasta descubrir la belleza (pp.37-38), sobre todo en el verso.
     O sobre el dolor (ya en la segunda sinfonía), sobre las palabras y su capacidad de llenar el vacío, sobre el significado de las tormentas (único texto en prosa de la tercera sinfonía, pp. 102-103). La cuarta sinfonía incluye un texto culminante de reflexión poética sobre el goce de escribir(te), porque escribir es siempre escribirte, escribir para otro, para el otro, esa necesidad de seguir deseando, de plasmar el dolor, para poder mirarse a la cara, para caer en el silencio o en el infierno, para desentrañar el secreto del corazón y calmar el desasosiego, y para dejar brotar el fuego que arde en el alma: es un texto cargado de belleza y de verdad, ganas da de poner estos términos en mayúsculas (hablo del texto titulado DEL GOCE DE ESCRIBIRTE, pp. 116-118, que ojalá Rosa nos lea esta tarde).
     En la quinta y última sinfonía, que cierra el libro, aparece el último texto de reflexión poética en prosa, llamativamente titulado DE MI VIDA Y DE MI MUERTE; es un texto impresionante y de los mejor elaborados del libro, en opinión de quien esto escribe: sus párrafos anafóricos abiertos a la posibilidad aluden directamente a aquello que menciona el título, la muerte, siempre posible. “Os puedo”, “os podría”, son las frases de arranque de una serie de acciones que trazan el eje vital de esta mujer poeta: describir, contar, decir, confesar, cantar, hacer sentir, prometer, relatar, llorar… y besar (pp.143-145).
     Los textos en prosa son, pues, elementos primordiales en esta obra, y en ellos la voz de la autora se hace reflexiva, no menos íntima que en los poemas, pero con una carga de comunicación aún más directa, de gran hondura intelectual y filosófica, sin la carga de metaforización que requiere la poesía en verso y con un peso intelectual que tampoco cae en lo excesivo, al contrario, aligera la concentración poética, suaviza su belleza, permite sobrellevar el gran cúmulo de lo sentimental, e invita a la reflexión y al distanciamiento necesarios para poder soportar tanta emoción. La autora, en ellos, se define y se muestra a sí misma sin más veladuras que la de la belleza de la expresión poética: “Amo, soy deseo, soy luz, locura de sentir algo que enmudece” (p.29).
     Casi al final de esta 1ª sinfonía aparece una primera muestra de algo especialmente característico de este libro: el aforismo, a veces purísimo, solitario versículo, de una variedad y riqueza, de una profundidad que se va pronunciando según avanzamos en la lectura. Tratan sobre lo efímero y lo eterno (esos elementos que se esconden en la mirada) (p. 33), sobre la belleza y la bondad, el olvido y el destino (p.34); sobre la inteligencia (p.49) y “el intento fallido de sublimar la pasión”; el caos de la aparente armonía (p.51), la (¿necesaria, inevitable?) muerte de las ideologías (p.57); a veces son estos textos breves de un lirismo espiritual súper-concentrado (p.60) y otras veces tienen un carácter ciertamente definitorio, como esa caracterización del beso (de la p.63) en su eternidad y en su finitud; o sobre la necesidad de compartir el vacío (p.68), o sobre esa cualidad de los inteligentes (también de los vengativos) que llamamos ironía (p.70). Abundan especialmente en la segunda sinfonía, sin duda la más ligera, la más rápida, de puro andante, algo “maestoso”, “ma non troppo”, pero se hacen presentes a lo ancho de todo el libro y constituyen un conjunto encantador de reflexiones y meditaciones sobre la vida, los sentimientos y emociones, cargados de una espiritualidad que ya reconocemos como principal característica de esta autora.
     En la 2ª sinfonía el dolor y la pena marcan el eje sentimental del conjunto melódico, envuelto de pasiones y de miradas: la mirada es todo un método de conocimiento y de aprehensión de la realidad más profunda en Rosa María Estremera. De ahí las dificultades para conocerse (uno no se mira a sí mismo más que a través del espejo o a través de otro), de ahí que sobre sí misma siempre hable en términos de lo no permanente: el soplo de aire que se desliza, lo inconcreto, lo que apenas se puede retener en las manos, algo menos sustancial incluso que el aire (“su frescura”, p. 52). A veces, pocas, la autora se dirige no a un “tú”, sino a un “vosotros”, y en ese sentido consigue abrir su discurso a los demás, mostrarse a ellos, exhibirse, y es sin duda significativo que lo haga a través de un “no”: no lloréis, no os preocupéis, no busquéis, etc., que “yo ya soy parte del viento”: qué delicadísima presentación de sí misma, y qué estupenda y exacta definición del alma humana (p.54)…
     …porque todo lo importante está aún por construir, sólo hay que soñarlo, y yo, nos dice, ya sólo soy alma, pero alma enamorada, y ardiente, y apasionada: son los adjetivos del amor, del fuego y de la pasión… qué mujer, Dios mío, es pura LUZ (p.60), es pura AGUA (p. 62), es pura CARICIA, es puro ABRAZO (p.66), es puro AIRE que permite respirar (p.72). El poema TOMA MI VOZ cierra esta 2ª sinfonía con uno de los momentos líricos más álgidos del libro: esa frase, ese verso que se repite en cada arranque de estrofa, es una orden, no sólo un deseo, es un mandato que uno tiene que cumplir, para poder susurrar, para poder gritar, para poder arrullar, para poder soñar y poder besar. El final del poema alcanza tonos otra vez bíblicos: “Toma mi voz y anda” (pp-73-74).
     [Nota: El poema ¿LO VES?, que viene a continuación, es también precioso, p. 75; y si me deja Rosa, os lo quisiera leer luego, o que nos lo lea ella, claro.]
     La 3ª sinfonía contiene algunos de los más grandes y buenos poemas del libro: SER LUZ (símbolo de la vida y del amor); HAY UN TIEMPO, que constituye toda una autobiografía con la magnífica y profunda reflexión sobre el pasado con todo lo que significa de ir “dejando”, todo aquello que constituye un lastre para el vuelo (pp.86-88)…
     …GRISES, es otro de los grandes poemas de esta 3ª sinfonía, un poema que se abre a una nueva vida, de tono becqueriano (“cuando las hojas de nuevo se pinten de verdes claros y plateados… cuando una nueva luz pinte de colores vivos el árbol cansado”) y machadianos, claro, pero sobre todo “rosamaría-estremerianos”: “de nuevo dejo escapar entre suspiros el frescor que acaricia mi cara” (p.92). Esto es pura rosa (Rosa), jeje.
     ¡Cómo no van a aparecer rosas en este libro! ¡Cómo no van a aparecer caminos lejanos y añorados! (pp. 94-95) ¡Cómo no van a aparecer riberas de un río en donde los cuerpos se mezclen como si fueran de su propio cauce! (p.96)… y de nuevo la LUZ, en otro gran poema de esta 3ª sinfonía, hecha toda de poemas grandes (LUCES, p.97; espero que luego nos lo lea).
     El titulado LETRAS QUE NO SON MÍAS es de los poemas más significativos de este enorme libro: polimétrico, cargado de asonancias y de silencios (a Rosa le encantan los puntos suspensivos, cuya carga simbólica sería digna de ser estudiada a lo largo de este SINFONÍAS Y VOCES), versos anafóricos, rítmicamente repetitivos, su estructuración musical, sinfónica… y sobre todo su temática: la letra, la palabra, el susurro, el sentido profundo de lo dicho, que se capta sobre todo en la soledad, perdida (encontrada, más bien habría que corregir) cuando ante la dulzura de la carne se siente y se vive sobre todo, porque “es tu voz lo que (me) llena” (pp.98-99).
     La 4ª sinfonía contiene “otras voces”, en primer lugar la de un “tú” necesario hasta para despertar, necesario para hablar, para soñar, para perderse y encontrarse y necesario para vivir y amar. La protagonista del libro no se cansa de buscar a ese tú, a ese otro yo, al que se encuentra y se pierde, porque la vida es una muchedumbre de encuentros, de desencuentros y de pérdidas: todo ello enriquece sobremanera el bagaje espiritual de la persona, del ser humano. Por eso, tal vez por eso, hay que saber amar hasta al olvido mismo (p.115), porque además es imposible huir del propio destino, ese río que es el de nuestra vida, por cuyo cauce transcurrimos, imposible no ir por él, por más que nos desbordemos: la imagen tradicional se renueva aquí de original manera y adquiere un nuevo sentido, el de la pertenencia a ese río que a su vez sólo existe por uno mismo, porque el río no lo es sin su caudal (p.120), y aunque el río, obediente, apresado, navegue por su marcado cauce, al amor se lo quiere libre, sin lastres, sin miedos, y sobre todo sincero porque sólo así contribuye al encuentro con la verdad.
     La verdad y su búsqueda es otro de los puntos de referencia para comprender la poesía de Rosa María Estremera. Su búsqueda justifica la vida y lleva a veces al encuentro con la inteligencia, pero también a la desesperación de enfrentarse con la torpeza, la estupidez y la estulticia del ser humano, de las que conviene huir siempre, de ahí la dificultad para encontrar “un puerto donde anclar”, una cala “que pueda consolar el alma” (p.124). A veces sí se da con una, fundamental: la del silencio (p.126).
     A partir de aquí, de esta confrontación con el silencio, la sinfonía sigue transcurriendo por la melodía de la soledad, del “zarpazo” que rompe el alma, del no saber decir en un momento dado y el remordimiento por no haberlo dicho, por haber sido torpe en el decir, porque tantas veces ni el lenguaje sirve para entender (sí, ¿verdad Rosa?, para malentender y confundir); para entender, digo, la soledad ante el viento (poema de la p. 134) y ante la muerte (poema de la p. 135).
     Por fin, en la 5ª sinfonía, se despliega la voz que ama. Comienza llamando la atención sobre el error de creerse conocedor de uno mismo, ante lo fácil que es equivocarse (p.146) y caer en errores que se acumulan y resultan peligros y empobrecedores. La única verdad es la de los propios sueños y los propios deseos: ésos son los que deben guiarnos en la vida (p.149); y así, en el poema SUEÑOS CERCANOS brota una voz de un sentido moral profundo, basado en la experiencia personal, en el desengaño, con un aviso, enésimo, sobre la necesidad de buscar, pues para esta poeta, la vida entendida como búsqueda es la única vida verdadera.
     En esa vida verdadera y de búsqueda, la palabra surge como roca, como marea, como amapola, como sol y como luna, y como verso, ya sin miedo (p.150), y al escribirse el verso resulta que lleva a la verdadera razón de todo: al tú a quien se ama, al verdadero amor, que lo funde y explica todo en el crisol de “ese fuego de mi amor eterno” (p.151), con el que se eleva el tono poético hasta lo religioso, y creo no equivocarme al señalarlo. Y ese tono se mantiene sin duda en UNA ESPERANZA (poema de la p. 152), que es un poema sobre la libertad.
     Porque en la palabra, en los versos, la poeta, la poesía, se pierde, pero es ahí paradójicamente donde se encuentra; perderse en el sentido de entregarse del todo (“me hice perdidiza y fui hallada”), de perder el control y ahogarse en gozo. Y en los versos, en las palabras (en su belleza, hay que añadir, pues no todas valen) se encuentra el “tú” (SÓLO TÚ, poema de la p.160), aquél por quien hasta la libertad en su mejor sentido, el de la libertad compartida, merece la pena; ese tú misterioso y secreto que invita a ser descubierto, que se ansía conocer y comprender, para amarlo más aún…
     …y gracias al cual es posible, e inevitable, AMARLO TODO (pp.168-169), poema que demuestra nítidamente cómo en realidad no se busca el amor, no se busca la verdad, no se busca (me permito añadir) a Dios, sino porque el amor, y la verdad, y el mismo Dios, son quienes nos llaman y nos arrastran; ella se deja arrastrar, dice, “por el sol de mi esperanza, para que la espuma blanca ame mi cuerpo…
     …y mi destino” (pp.168-169, casi al final del libro).
     En fin, a mí me gusta mucho este libro, no lo puedo (ni quiero) evitar, y por eso me cuesta concluir, porque me cuesta cerrarlo. Por eso os invito encarecida y cariñosamente a conocerlo, a leerlo, a disfrutarlo y entenderlo, a seguir a Rosa, a esta mujer en cuya cercana presencia me siento tan honrado, querido y protegido; a seguirla en su reflexión, a sentirla en su emocionante poesía, a meditarla en su contemplación de la realidad sentimental que la constituye y que nos constituye; a leerla, para enriquecernos, y, leyéndola, admirarla y quererla, que nunca será tanto como ella y sus innúmeras cualidades se merecen. Así que, de momento, vamos a escucharla. VALE."

     [Texto escrito el domingo 27 de abril, para la presentación del libro SINFONÍAS Y VOCES, de Rosa María Estremera, editorial Vitruvio, el viernes 9 de mayo de 2014, en la sala “Antonio Machado” del café COMERCIAL de Madrid]
    
     ©Jesús Ayet-2014