Quizás no llegué a comprender
y solo quise escuchar
la paz en tu espera,
tu consuelo...
Quizás debí aceptar que era más fuerte
que yo podía,
más no exististe entonces
y yo, nací para unirte
para poder vivirte...
Quizás había llegado el día
de no hablarme,
y deambular
por la inmensidad yerta
de la soledad humana...
Quizás, pudiera así descansar,
y dejarme arrastrar
por los sueños
del descanso de las noches
y las tibias tardes de un otoño...
Rosa María Estremera.