Poemas



- ¡Perdóname! - silbaba efímero el árbol mirando su reflejo casi inmóvil.
- ¡Perdóname por adentrarme en tus entrañas!

- ¡Sálvame! - rezaban sus copas vibrantes ante el roce de las cumbres cercanas.

Y las cumbres, celosas del agua se alzaron.
Y las aguas, altivas, pulieron los reflejos amarillos y verdes.

Mientras, el árbol soñó con tu mano ardiente y los besos sinceros de tu mente. 




Rascafría, Madrid. Otoño
 







Solo nos tenemos tú y yo
y los verdes del rededor…
Solo para amarnos y odiarnos
solo para vivirnos y matarnos.


Solos entre los muros de hiedra verde.


Entre vidas que no son nuestras
y con las vidas que si lo son,
por encima de las aguas verdes
a veces nos encontramos,
y nos perdemos en verdes que no son verdes…
y entiendo que solo estás para amarte
y solo tú me amarás entre los verdes cipreses.


Cuando todo se haya ido y tú y yo
solo seamos tierra, volverán a nacer 
verdes los sueños y los muros
reflejarán hiedras verdes.







2 comentarios:

  1. El último párrafo de tu hermoso poema me evoca, el de Dylan Thomas "And death shall have no dominion".

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  2. Hola Javier. Muchas Gracias, me alegra que te guste. "Vacaciones en el sol hasta que el sol se rompe..." Como expresa Dylan. " y la muerte no tendrá señorío" Un abrazo Javier.

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