martes, 25 de marzo de 2014

De la búsqueda humana por encontrarse...

De la búsqueda humana por encontrarse. Por dar sentido al sinsentido. De llegar a ser lo que uno desea. De la duda de la elección. De la culpa por sentir. Del engaño del vivir.

¡Es imposible poder encontrarte!

Pienso… y me doy cuenta que no existes, que sólo eres fruto de mi mente, que mi imaginación no para de hacerme trampas haciéndome sentir que algo soy, que algo encuentro.

¡Pero nada soy, nada! Ni aquí ni allí… nada. Cuentos que me cuento y que a veces creo;
instantes soleados entre muros fríos, resbaladizos y sombríos.

Días, semanas, meses.

Historias que a veces vivo y otras que se escapan entre los telares de este vasto escenario de la vida. Épocas, en que me aprendo el papel y lo escenifico con credibilidad hasta parecerme real.
Entonces, puedo vivir con soltura esta aventura social y cultural tan humana, sublimada y exquisita que el hombre ha sabido inventar y poder así, justificar una existencia falsa y vacía llena de infinitos detalles velados de maldad y muerte.

Pienso que es imposible poder encontrarte…

… Y entonces vuelvo a inventarte vestido de vida y verdad. Sé que no existes pero deseo tener la certeza de ilustrarte y dibujarte.
Jugando a ser una diosa, te otorgo las mejores joyas, los más altos atributos, los más nobles dones… y vuelvo a creer en ti y me convierto otra vez en descarriada humana que sufre por querer sentir las pasiones y emociones humanas, fustigándome por sentir tanto, castigándome por ver tan claro…

Con estos ojos, miro los tuyos claros y me pregunto si eres capaz de sentir lo que siento, si soy capaz de entender el azul del cielo recogido de tus órbitas.

Y rezo para que no veas como yo. Rezo para que no sepas, para que nunca veas lo que yo y puedas vivir las historias que inventemos con un poco de calma hasta el fin de nuestras vidas aún corpóreas.
Que nunca sepas que no soy nada, que no existo, que solo soy un cuento fruto de mi mente.
Que sólo soy una trampa, como tú, en la que caigo y te empujo a vivir algo que sintamos certero, ya que la verdad no existe.

Nada existe ni es real fuera de la mente.

Empújame en tus mentiras creadas para soportarme. Empújame y abrázame fuerte para poder sentir, aunque sea un instante que hay algo de real en mí que pueda besarte que puede aprender a olvidar la verdad y vivir junto a ti… si es que tú existes.