Del robusto tronco
sostenido por la ilusión
de la tosca y anudada rama.
Desperezándose del polvo
adherido de los meses ocultos
entre las noche de los mundos.
Aparecen incautos los brotes
inocentes, los roces prohibidos
y puros del renacer.
El advenimiento de la vida
envuelta en flores de almendro
al abrigo tibio de las sombras.
Y el temor de violar con la altiva
estupidez humana, la frágil
constancia de la humildad alumbrada.
Rosa María Estremera.