A veces, la espera, nos
alumbra calores ya olvidados…
El verano nos acoge una vez más,
este año llegó furioso y tardío, aún no sé, si se irá sosegando con el paso de
los días, o por lo contrario, llegó su calor concentrado y embravecido por la espera.
Para mí estos son tiempos de espera, de reflexión, de búsqueda
apacible y sorprendente entre los vapores y efluvios de las altas temperaturas,
que me hacen finalizar el año.
Foto: Rosa María Estremera. Dentro de la colección " Estío" |
Me encuentro entre esas personas
que comienzan los años en septiembre, el calor me hace invernar las fuerzas,
aunque no las ideas que sorprendentemente parecen incubarse entre las horas
perdidas del estío.
Ha sido un magnífico año, cargado
de proyectos inusualmente cumplidos, de sueños indescriptiblemente conseguidos.
Me llevo bordado en la memoria momentos que nunca creí fueran posibles. Un año,
sin duda alguna, del lado del deseo.
Sólo puedo sonreír y agradecer.
Sonreír a la adversidad superada, y agradecer a todos los que me ayudaron.
Y sin embargo en esta tarde
pesada de mediados de Julio, cuando el calor me obliga a encerrarme tras las
sombras para buscar el frescor, siento que “algo he perdido” al dejar tras de
mí, las luces vespertinas que todavía abrasan escondidas y agazapadas detrás de
las persianas y las cortinas de mi casa y pienso que huyo de la inevitable
soledad del hombre.
Me sorprendo ante mi tristeza que
no tiene lugar. Ante la incomprensión de los actos y sentimientos humanos… y
reflexiono sobre cómo desea el hombre, cómo deseo.
El deseo que impulsa a moverse se
me antoja ser tan “verdad”, cómo que su ausencia, en un principio nos narcotiza
y calma, para acto seguido sumirnos en una melancolía de la cual no saldremos
hasta que volvamos a desear.
Foto: Rosa María Estremera. Colección: "Estío" |
Preso se encuentra el deseo en
nosotros mismos, en nuestro ser intolerable y sublime, en nuestro misterio
infinito.
La duda eterna, la insatisfacción
inapelable, incuestionable, inconfesable que nos hace huir de nosotros mismos,
para volver a reencontrarnos ojerosos y
deseosos tras los miedos que una vez y otra vez arrinconamos, con la
inquebrantable esperanza de enamorarnos una vez más de la insoportable locura
que es estar vivo.
…
Y entonces pienso que todo volverá a ser posible que solo resta
levantarme y abrir de nuevo los postigos, y todo lo que busque y lo que
encuentre tras las cálidas tardes del verano tomaran de nuevo forma de bastón
que sustente mis sueños y mis palabras.
Ahora solo me queda soñar los
mundos y las voces que me amparen y me entiendan, ahora solo me queda
refugiarme en tu palabra y en tu espera que silenciosa y plácidamente vaga
clamorosa y ardiente por las abrasadoras luces que el estío inverna en mi
mente.
Foto: Rosa María Estremera. Colección: "Estío" |
Me despido de todos hasta septiembre, no sin antes desearos que encontréis siempre una palabra que os calme y un beso que os acune en las tórridas horas estivales. Mil gracias a todos, feliz verano y que vayamos pensando como volver a conquistar los sueños y los deseos. Un beso para todos.
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