miércoles, 16 de julio de 2014

El Estío.


A veces, la espera, nos alumbra calores ya olvidados…

El verano nos acoge una vez más, este año llegó furioso y tardío, aún no sé, si se irá sosegando con el paso de los días, o por lo contrario, llegó su calor concentrado y embravecido por la espera.


Foto: Rosa María Estremera. Dentro de la colección " Estío"
 
Para mí estos son tiempos de espera, de reflexión, de búsqueda apacible y sorprendente entre los vapores y efluvios de las altas temperaturas, que me hacen finalizar el año.

Me encuentro entre esas personas que comienzan los años en septiembre, el calor me hace invernar las fuerzas, aunque no las ideas que sorprendentemente parecen incubarse entre las horas perdidas del estío.

Ha sido un magnífico año, cargado de proyectos inusualmente cumplidos, de sueños indescriptiblemente conseguidos. Me llevo bordado en la memoria momentos que nunca creí fueran posibles. Un año, sin duda alguna, del lado del deseo.

Sólo puedo sonreír y agradecer. Sonreír a la adversidad superada, y agradecer a todos los que me ayudaron.

Y sin embargo en esta tarde pesada de mediados de Julio, cuando el calor me obliga a encerrarme tras las sombras para buscar el frescor, siento que “algo he perdido” al dejar tras de mí, las luces vespertinas que todavía abrasan escondidas y agazapadas detrás de las persianas y las cortinas de mi casa y pienso que huyo de la inevitable soledad del hombre.

Me sorprendo ante mi tristeza que no tiene lugar. Ante la incomprensión de los actos y sentimientos humanos… y reflexiono sobre cómo desea el hombre, cómo deseo.

El deseo que impulsa a moverse se me antoja ser tan “verdad”, cómo que su ausencia, en un principio nos narcotiza y calma, para acto seguido sumirnos en una melancolía de la cual no saldremos hasta que volvamos a desear.
Foto: Rosa María Estremera. Colección: "Estío"

Preso se encuentra el deseo en nosotros mismos, en nuestro ser intolerable y sublime, en nuestro misterio infinito.

La duda eterna, la insatisfacción inapelable, incuestionable, inconfesable que nos hace huir de nosotros mismos, para volver  a reencontrarnos ojerosos y deseosos tras los miedos que una vez y otra vez arrinconamos, con la inquebrantable esperanza de enamorarnos una vez más de la insoportable locura que es estar vivo.

                Y entonces pienso que todo volverá a ser posible que solo resta levantarme y abrir de nuevo los postigos, y todo lo que busque y lo que encuentre tras las cálidas tardes del verano tomaran de nuevo forma de bastón que sustente mis sueños y mis palabras.


Foto: Rosa María Estremera. Colección:
"Estío"
Ahora solo me queda soñar los mundos y las voces que me amparen y me entiendan, ahora solo me queda refugiarme en tu palabra y en tu espera que silenciosa y plácidamente vaga clamorosa y ardiente por las abrasadoras luces que el estío inverna en mi mente. 



Me despido de todos hasta septiembre, no sin antes desearos que encontréis siempre una palabra que os calme y un beso que os acune en las tórridas horas estivales. Mil gracias a todos, feliz verano y que vayamos pensando como volver a conquistar los sueños y los deseos. Un beso para todos.
 

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