martes, 3 de febrero de 2015

Lo real


Regresaba del blanco silencio
 y el crepitar de mis pisadas
sobre tu blanca e inmóvil palabra
hizo que volviera mi mirada.
Allí, descubrí como susurraban las ausencias
y el roce vivo de tus manos
acariciaban la visión
deslumbrada de mi existencia.
Me acompañabas como nadie
rodeando de dulzura
el rededor de mi cuerpo;
la sutil envoltura de los campos
por ti cubiertos.
 
 
 
Hablabas a través de los árboles
y los senderos cubiertos
de tu verdadera esencia. 
La pureza desbordada de tu aliento
el llanto sincero de tu mirada.
 
Tanto te sentía
que me paré apesadumbrada
por si el mágico momento
te hubiera convertido en mortal
y pudiera así atraparte.
Esperé callada, por si aparecías
leve y seguro por los caminos,
para abrazarme por fin,
en el sueño infinito
de tu delicada presencia.
Deseando que fueras real,
esperando que salieras
de la seductora apariencia
que te envolvía…
Y me quedé esperando
que la serenidad de tu caída
me llevara de nuevo
a lo real de mi causa. 
 
 
Rosa María Estremera