" Dedicado a todos los refugiados sirios, a todos los hombres, las mujeres y niños que buscan simplemente vivir, no olvides que cualquiera de ellos podías ser TÚ"
Un campo
lleno de nudos
con los que atar el pasado.
con los que atar el pasado.
El tronar de
la tierra roja, rota,
perdida de
la cordura.
Se retuercen
los semblantes
Uno tras uno, callados,
Llenaron de
olas
las cepas
cortas y oscuras.
Como el
desconsuelo,
la herrumbre
humana
que oxida
todo a su tacto.
Retorcidos
troncos.
Negros.
Alaridos con
caras sombrías.
Bocas
abiertas
que gritan
silencios profundos.
Escucha en
tu interior: La rama.
La luz que
no quieres ver,
la otra
vida.
Donde ya se
deshumanizó
hasta el
aire y
los niños
mueren.
Lejos.
En los límites de la realidad
agonizan de esta verdad
que empaña
los campos.
Y las
orillas del pensamiento
se cubren
del hollín grotesco,
de las
ruinas de la mente.
Un viento
seco susurra. Estremece.
Cruza el
brote erguido del renacimiento
entre el
desasosiego y
desempolva
de grises,
la sonrisa
inocente de la vida
en unos ojos
que lloran consuelo.
Cobijo.
Y olas de
ilusiones asaltan los caminos.
Desprevenidos.
Sin el miedo
que quita la muerte.
Y un tapiz
de moradas uvas
vitorean
desde lejos
Las viñas
del silencio.
Rosa María Estremera.
Rosa María Estremera.