martes, 25 de febrero de 2014

Sobre los engaños de nuestros sentidos


Del 31 al 1 de septiembre, no puede haber cambiado tanto, no se han podido producir cambios tan sustanciales.
Sin embargo todo es distinto.
Estoy sentada en el mismo lugar, abrigada con la misma toalla que permanece húmeda de las aguas de ayer, mecida por el mismo viento que tan distante se me antoja hoy…
Ya nada me parece igual que ayer.
La tierra entre mis dedos es más fría, más tosca, más gris. El cesto, el móvil, la crema, el libro, los recuerdos…parecen no ser míos.
Me resultan ridículos y fuera de lugar.
Viejos y sin sentido.

Qué crueles los sentidos que nos engañan, qué injusta la percepción cambiante y ondulante como aquella barca que baila en la mar y que me hace despreciar hoy, lo que ayer tanto placer me daba.
Y me pregunto cuánto de auténtico había, qué tiene hoy la luz y el aire que dibuja oscuros los vaivenes de una marea, que como ayer, arrastra las mismas piedras.
¿Qué tiene hoy los susurros de los vientos, cuyo murmullo ayer, tapizaban las voces juguetonas e inocentes de los mismos niños que hoy, parecen haber enmudecido?  ¿Qué hace que el roce de las piedras se diluya y se pierda por el tiempo?

¡No puede ser! Es imposible que el mundo haya cambiado tanto.
Y sin embargo todo huele distinto.
El tacto de sus miradas y tu risa se han congelado tras un anuncio metálico que corre pegado a una sucia camioneta, la misma que días atrás, parecía brillar alegre entre las calles.

Qué jugadas misteriosas y raras nos deparan los sentidos que nos engañan y enloquecen.
Todo es distinto.
Tú no estás y me siento ridícula pensando sobre las olas, siento frío y desgana de esta arena blanca que tanto amo y no comprendo por qué…
Pierdo el momento y la brisa y los bellos recuerdos y vuelvo a casa por el mismo camino que ayer andabas.
Hoy solo hay tierra seca, y no brillan los bancos ni las gentes me miran amable como ayer hicieran.
Decido escabullirme y cerrar los ojos para recordar, que ayer, sólo éramos entre las voces de chiquillos que en la arena de otra vida… observaban nuestros pasos.
Pero me engaño… porque sólo fuimos.
Ahora pienso: ¿Les habrán engañado sus sentidos? 

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