jueves, 29 de mayo de 2014

El vacío que llena tu palabra

Enlazando con texto sobre el vacío “de después” de la creación. Este es un pequeño poema dentro de la segunda sinfonía: Voz que encuentra, de mi libro “Sinfonías y voces” Ediciones Vitruvio.



Sólo somos palabras que dotamos de sentido y a ellas nos enlazamos.

Palabras que dicen cosas imaginadas y soñadas.

Palabras que nos besan y acunan en un rincón del alma… Que  nos dicen:

“Despertad y descansad en el vacío que llena tu palabra”.

 
En la foto, un cuadro de Edouard Vuillard, dentro de la colección:
 “A painter and his Muses”, (1890-1940).
Lucy, mujer de Jos Hessel y amante y musa de Vuillard, posa para el pintor en 1913.

 

domingo, 25 de mayo de 2014

Ecos

Hoy me hago eco del blog  "El corazón del verbo" antoniamariacarrasal.blogspot.com.es  y su sección " La cebada al rabo" donde nos ofrece un espacio para poder mostrar nuestra palabras y poder conocernos, una idea fantástica que desde aquí agradezco. Como agradezco también el honor de  haber sido la primera en inaugurar dicha sección a la que deseo la repercusión merecida. Os invito a conocer el blog de Antonia María Carrascal. Un fuerte abrazo y mis mejores deseos.

Esta ha sido mi pequeña aportación a su gran idea:

SER LUZ 
Ser luz, luz del reflejo

luz del viento y del alma.

Luz al nacer,

del renacer…

Luz que caliente por dentro,

por dentro y por fuera del alma. 

Ser fuego transportado,

inervado en luz,

enamorado…

profusamente alejado,

fuego entre los campos.. ¡Luz!

Fuego reflejado. 

Ser llama salpicada

del fulgor escarpada…

Tronera deslizada

de la mente: sus cimas cansadas.

Luz de mis rejas

luz que enciende, que acaricia y besa.


Este poema, pertenece a la tercera sinfonía: Voces y alma de mi libro “Sinfonías y voces” de ediciones Vitruvio.







miércoles, 21 de mayo de 2014

El vacío "de después" de la creación

Queda en el interior del creador, cualquiera que este fuera y cualquiera fuera la obra creada: un cuadro, un poema,  una escultura, un jardín, una interpretación, una comida, una foto, un edificio...  porque en todo lo que hay pasión, entrega, esfuerzo y deseo  se puede constituir en mi opinión una obra de arte. Como os decía, al finalizar la “obra”  queda en la mayoría de los casos una sensación de vacío que puede abarcar desde lo inquietante y ligeramente perturbador a lo aterrador, el alumbramiento deja de llenar aquello que estuvo llenándose durante el proceso creativo. Dice Lacan: “Todo arte se caracteriza por cierto modo de organización alrededor de ese vacío.”

Se llenó de trabajo, pero sobre todo se llenó de amor, porque sin amor no hay obra y menos de arte. De ilusión y de deseo, como si de un enamorado se tratase el creador vuelca su energía su pulsión en crear, constituyéndose como un solo ser, donde es el amado, la obra, una de las razones principales de la existencia del artista, en una lucha por atrapar ese pequeño objeto amado, perdido e inalcanzable.

Los artistas, como los enamorados se creen uno, como las mujeres embarazadas se sienten completos. Se me antoja que dicha sensación tiene mucho que ver con la capacidad que alumbra al poeta a dar forma a través de palabras y versos, al vacío de nuestra alma.

Llega el poeta, por esa capacidad suya para dejarse arrastrar a los confines de nuestros mundos interiores o a deambular por nuestro inconsciente, a percibir y transmitir los sentimientos escondidos en lo más profundo de nuestra alma. Librando una batalla con lo oculto, con lo velado… con lo inconsciente. Sorteando una serie de obstáculos y dificultades para llegar a modelar lo que se revela tras nuestro inconsciente. ¡Qué bien nos viene, que como nos dijo Jacques Lacan, este inconsciente esté estructurado como un lenguaje!

Hay un momento en que la palabra cobra forma y vida, las letras configuran alrededor de un vacío, versos que lo constituye y lo llena… por un momento, solo por un momento  sacia el vacío que nos conforma. Las letras dejan de ser letras y se transforman en algo más allá de la palabra. Nos ampara de la angustia y la tristeza, nos cobija de nuestros monstruos, nos besa callada las entrañas.

Pero cuando el poema (o cualquier obra) está acabado se acaba nuestra completud, como cuando se desgasta la pasión o se alumbra un hijo…

Y vuelve ese opresor compañero que nos recuerda que nunca habrá nada que pueda llenar ese vacío y nos pone ante los ojos sin vendas de nuestra falta, de nuestros fallos, de nuestra humilde condición que nos lleva a sufrir y a equivocarnos, pero que como decía Freud nos permite sublimarlo, haciéndonos, aún con todas nuestras miserias, capaces de haber desarrollado la cultura, el amor y el arte.

Bendita falta, bendito vacío que nos hace construir acueductos llenos de nubes para saciar los ojos  y las mentes, con soles que resplandecen, y lunas que nos estremecen.

Foto maravillosa de José Luis López Moral
 que expone
 en el festival OffPhotoespaña 2014
Inauguración sábado 24 de Mayo 12h en Galería Libre.


martes, 13 de mayo de 2014

Tras la presentación, mi agradecimiento a todos

Aún con la emoción en la piel y con un inmenso y sincero agradecimiento tanto a la Editorial  Vitruvio y Pablo Méndez, extraordinario editor y poeta por hacer un precioso libro: “Sinfonías y voces”. Cómo a mi querido amigo Jesús Ayet, poeta sin igual, filólogo, maestro y psicoanalista cuya extraordinaria presentación de mi libro no podré agradecer  suficiente en mi vida.

 A todos los que conmigo estuvisteis compartiendo ese momento tan especial. Qué como os dije entonces y hoy os reitero, no sólo era la presentación de mi libro, era yendo más allá, el momento donde me mostré ante todos los que allí estuvisteis como escritora. Eso es, lo verdaderamente importante para mí, pues con ello adquiero firmemente el compromiso y la responsabilidad ante “el otro” y ante ustedes los que no estuvisteis pero me seguís y apoyáis desde este lugar, para seguir trabajando, aprendiendo y esforzándome para poder transmitiros esa parte de mí, esa esencia que busca dibujaros nubes en los sueños por construir de vuestras ilusiones.

Aquí os dejo la presentación que sobre “Sinfonías y voces” hizo Jesús Ayet. Un impresionante estudio psicoanalítico y una extraordinaria crítica literaria. Que más allá de elogios, los cuales agradezco inmensamente cómo no puede ser de otra manera, es un texto que muestra la maestría y la genialidad de este maravilloso poeta.

Gracias de corazón.

Rosa María Estremera Blanco.


"Queridos amigos (gracias a los cuales esta mujer que tengo aquí al lado aprendió a poner nombre a los vientos) y queridos enemigos (dudo de que aquí haya alguno pero por si acaso darles también las gracias, pues parece que por ellos esta misma mujer se nos ha hecho de viento), en fin, fuera de bromas quiero deciros en primer lugar que me siento muy honrado y orgulloso de presentar este libro, un bello libro que comienza igual que el Evangelio, recordándonos cómo en el principio era la palabra, y a partir de ella fue surgiendo todo; ligero error, pues está claro que antes o a la vez que la palabra estuvo la voz capaz de pronunciarla, y esa voz que dio nombre a las cosas, se hizo música, y la música se hizo sinfonía, y la sinfonía, ahora, en este libro, se nos hace poesía con la voz de Rosa María Estremera, que nos da no una, sino cinco hermosas sinfonías de voces que buscan, de voces que encuentran, de voces que aman, porque son voces del alma.
     Quiero ofreceros una primera lectura de este hermoso libro, que en mi opinión no tiene nada de primerizo, sino que goza de una asombrosa madurez temática y una rica elaboración textual, que no es por nada, pero quien os habla supo apreciar nada más leerlo antes incluso de verlo transformado en este precioso libro, edición que bien merece también las alabanzas y la enhorabuena a su editor por el gusto con que ha sido materializado: su brillante portada, su significativa fotografía, su no escatimar papel en la edición para que el texto se incruste como Dios manda en la bella página cuyo blanco alrededor del texto realza el valor simbólico del mismo, de la palabra, del silencio que debe rodearla… el libro, como veis, ha quedado no sólo digno, sino primoroso y excelente.
     Comienza la 1ª sinfonía con los temas de la soledad y de la nostalgia. La lluvia metaforiza las lágrimas, cuyo sentido no puede comprenderse del todo. El espacio es fundamental, pero lo es aún más el tiempo: el invierno es un instante que se prolonga en la memoria y se convierte en mágico, como el mismo lugar de los hechos. ¿Cuáles hechos? Los propios del amor: el beso, los besos (p.17). El sueño y el miedo acompañan a la protagonista de este “relato” sentimental, junto al sufrimiento y al gozo, que a veces se confunden. Hay un miedo a la locura (esa oscuridad de la mente a veces tenebrosa) y una búsqueda de la claridad. Los elementos cromáticos poco a poco alcanzan valores simbólicos con el verde de la naturaleza vegetal, el azul del cielo, junto a símbolos como el lirio (¿por qué “caído”?), pero sobre todo las palabras. Buscar es la actividad fundamental, lo que implica la falta, y la pérdida (BUSCO UN SUEÑO, pp. 19-20).
     Junto al sueño, la ilusión y la esperanza, hace su presencia el elemento negativo del engaño, frente al cual se busca la verdad. ¿Cuál verdad? Se alude a la verdad de los sueños, de los sueños del alma, y se desea conocerlos al menos en parte, sin duda esa parte relacionada con el amor, que se quiere conservar sea como sea, aunque se convierta en mera esperanza, como al principio: ese camino de lirios azules por donde se escapa el deseo inalcanzable (p.21). Sólo cabe buscar, siempre, buscar… Y se encuentra con el mar, sus aguas embravecidas, el amor y la nada, esa presencia inencontrable pero siempre presente y tan temida; y el viento como aliento de la naturaleza. Todo esto es lo que se va encontrando, y todo ello queda coronado por el beso, símbolo por excelencia (sabroso, emocionante símbolo, tan anclado en lo real) del amor, aunque a veces sea como “una ola fría que me arrebata (p.23).
     Los poemas cortos (de 4, de 6 versos) aparecen como refrescantes goterones, como saladas salpicaduras de ese oleaje turbulento, una turbulencia poética cargada de paradójicas propuestas: amar a quien no existe, querer a quien no quiere, ir por caminos cercanos pero desconocidos, hasta llegar a la preocupante conclusión de que nada sensato puede decirse del amor (mas, ¿quién espera algo sensato en la poesía, pura aunque maravillosa insensatez en sí misma?); sólo cabe sentirlo “como absoluto”, o desearlo (pp.24-25).
     Y los textos en prosa: sobre el tormento de no sentir nada y desear la luz (p.26), sobre las historias de amor, a veces incluso sin personajes, salvo el árbol desnudo por el viento, el olvido bajo la lluvia, y el susurro al oído (pp.30-31); sobre la experiencia, que no es sino un cúmulo de descubrimientos hasta aprender “lo que es amar” (p.32); sobre la inspiración, en el límite del encuentro y de la pérdida, y la impaciencia y la desidia hasta descubrir la belleza (pp.37-38), sobre todo en el verso.
     O sobre el dolor (ya en la segunda sinfonía), sobre las palabras y su capacidad de llenar el vacío, sobre el significado de las tormentas (único texto en prosa de la tercera sinfonía, pp. 102-103). La cuarta sinfonía incluye un texto culminante de reflexión poética sobre el goce de escribir(te), porque escribir es siempre escribirte, escribir para otro, para el otro, esa necesidad de seguir deseando, de plasmar el dolor, para poder mirarse a la cara, para caer en el silencio o en el infierno, para desentrañar el secreto del corazón y calmar el desasosiego, y para dejar brotar el fuego que arde en el alma: es un texto cargado de belleza y de verdad, ganas da de poner estos términos en mayúsculas (hablo del texto titulado DEL GOCE DE ESCRIBIRTE, pp. 116-118, que ojalá Rosa nos lea esta tarde).
     En la quinta y última sinfonía, que cierra el libro, aparece el último texto de reflexión poética en prosa, llamativamente titulado DE MI VIDA Y DE MI MUERTE; es un texto impresionante y de los mejor elaborados del libro, en opinión de quien esto escribe: sus párrafos anafóricos abiertos a la posibilidad aluden directamente a aquello que menciona el título, la muerte, siempre posible. “Os puedo”, “os podría”, son las frases de arranque de una serie de acciones que trazan el eje vital de esta mujer poeta: describir, contar, decir, confesar, cantar, hacer sentir, prometer, relatar, llorar… y besar (pp.143-145).
     Los textos en prosa son, pues, elementos primordiales en esta obra, y en ellos la voz de la autora se hace reflexiva, no menos íntima que en los poemas, pero con una carga de comunicación aún más directa, de gran hondura intelectual y filosófica, sin la carga de metaforización que requiere la poesía en verso y con un peso intelectual que tampoco cae en lo excesivo, al contrario, aligera la concentración poética, suaviza su belleza, permite sobrellevar el gran cúmulo de lo sentimental, e invita a la reflexión y al distanciamiento necesarios para poder soportar tanta emoción. La autora, en ellos, se define y se muestra a sí misma sin más veladuras que la de la belleza de la expresión poética: “Amo, soy deseo, soy luz, locura de sentir algo que enmudece” (p.29).
     Casi al final de esta 1ª sinfonía aparece una primera muestra de algo especialmente característico de este libro: el aforismo, a veces purísimo, solitario versículo, de una variedad y riqueza, de una profundidad que se va pronunciando según avanzamos en la lectura. Tratan sobre lo efímero y lo eterno (esos elementos que se esconden en la mirada) (p. 33), sobre la belleza y la bondad, el olvido y el destino (p.34); sobre la inteligencia (p.49) y “el intento fallido de sublimar la pasión”; el caos de la aparente armonía (p.51), la (¿necesaria, inevitable?) muerte de las ideologías (p.57); a veces son estos textos breves de un lirismo espiritual súper-concentrado (p.60) y otras veces tienen un carácter ciertamente definitorio, como esa caracterización del beso (de la p.63) en su eternidad y en su finitud; o sobre la necesidad de compartir el vacío (p.68), o sobre esa cualidad de los inteligentes (también de los vengativos) que llamamos ironía (p.70). Abundan especialmente en la segunda sinfonía, sin duda la más ligera, la más rápida, de puro andante, algo “maestoso”, “ma non troppo”, pero se hacen presentes a lo ancho de todo el libro y constituyen un conjunto encantador de reflexiones y meditaciones sobre la vida, los sentimientos y emociones, cargados de una espiritualidad que ya reconocemos como principal característica de esta autora.
     En la 2ª sinfonía el dolor y la pena marcan el eje sentimental del conjunto melódico, envuelto de pasiones y de miradas: la mirada es todo un método de conocimiento y de aprehensión de la realidad más profunda en Rosa María Estremera. De ahí las dificultades para conocerse (uno no se mira a sí mismo más que a través del espejo o a través de otro), de ahí que sobre sí misma siempre hable en términos de lo no permanente: el soplo de aire que se desliza, lo inconcreto, lo que apenas se puede retener en las manos, algo menos sustancial incluso que el aire (“su frescura”, p. 52). A veces, pocas, la autora se dirige no a un “tú”, sino a un “vosotros”, y en ese sentido consigue abrir su discurso a los demás, mostrarse a ellos, exhibirse, y es sin duda significativo que lo haga a través de un “no”: no lloréis, no os preocupéis, no busquéis, etc., que “yo ya soy parte del viento”: qué delicadísima presentación de sí misma, y qué estupenda y exacta definición del alma humana (p.54)…
     …porque todo lo importante está aún por construir, sólo hay que soñarlo, y yo, nos dice, ya sólo soy alma, pero alma enamorada, y ardiente, y apasionada: son los adjetivos del amor, del fuego y de la pasión… qué mujer, Dios mío, es pura LUZ (p.60), es pura AGUA (p. 62), es pura CARICIA, es puro ABRAZO (p.66), es puro AIRE que permite respirar (p.72). El poema TOMA MI VOZ cierra esta 2ª sinfonía con uno de los momentos líricos más álgidos del libro: esa frase, ese verso que se repite en cada arranque de estrofa, es una orden, no sólo un deseo, es un mandato que uno tiene que cumplir, para poder susurrar, para poder gritar, para poder arrullar, para poder soñar y poder besar. El final del poema alcanza tonos otra vez bíblicos: “Toma mi voz y anda” (pp-73-74).
     [Nota: El poema ¿LO VES?, que viene a continuación, es también precioso, p. 75; y si me deja Rosa, os lo quisiera leer luego, o que nos lo lea ella, claro.]
     La 3ª sinfonía contiene algunos de los más grandes y buenos poemas del libro: SER LUZ (símbolo de la vida y del amor); HAY UN TIEMPO, que constituye toda una autobiografía con la magnífica y profunda reflexión sobre el pasado con todo lo que significa de ir “dejando”, todo aquello que constituye un lastre para el vuelo (pp.86-88)…
     …GRISES, es otro de los grandes poemas de esta 3ª sinfonía, un poema que se abre a una nueva vida, de tono becqueriano (“cuando las hojas de nuevo se pinten de verdes claros y plateados… cuando una nueva luz pinte de colores vivos el árbol cansado”) y machadianos, claro, pero sobre todo “rosamaría-estremerianos”: “de nuevo dejo escapar entre suspiros el frescor que acaricia mi cara” (p.92). Esto es pura rosa (Rosa), jeje.
     ¡Cómo no van a aparecer rosas en este libro! ¡Cómo no van a aparecer caminos lejanos y añorados! (pp. 94-95) ¡Cómo no van a aparecer riberas de un río en donde los cuerpos se mezclen como si fueran de su propio cauce! (p.96)… y de nuevo la LUZ, en otro gran poema de esta 3ª sinfonía, hecha toda de poemas grandes (LUCES, p.97; espero que luego nos lo lea).
     El titulado LETRAS QUE NO SON MÍAS es de los poemas más significativos de este enorme libro: polimétrico, cargado de asonancias y de silencios (a Rosa le encantan los puntos suspensivos, cuya carga simbólica sería digna de ser estudiada a lo largo de este SINFONÍAS Y VOCES), versos anafóricos, rítmicamente repetitivos, su estructuración musical, sinfónica… y sobre todo su temática: la letra, la palabra, el susurro, el sentido profundo de lo dicho, que se capta sobre todo en la soledad, perdida (encontrada, más bien habría que corregir) cuando ante la dulzura de la carne se siente y se vive sobre todo, porque “es tu voz lo que (me) llena” (pp.98-99).
     La 4ª sinfonía contiene “otras voces”, en primer lugar la de un “tú” necesario hasta para despertar, necesario para hablar, para soñar, para perderse y encontrarse y necesario para vivir y amar. La protagonista del libro no se cansa de buscar a ese tú, a ese otro yo, al que se encuentra y se pierde, porque la vida es una muchedumbre de encuentros, de desencuentros y de pérdidas: todo ello enriquece sobremanera el bagaje espiritual de la persona, del ser humano. Por eso, tal vez por eso, hay que saber amar hasta al olvido mismo (p.115), porque además es imposible huir del propio destino, ese río que es el de nuestra vida, por cuyo cauce transcurrimos, imposible no ir por él, por más que nos desbordemos: la imagen tradicional se renueva aquí de original manera y adquiere un nuevo sentido, el de la pertenencia a ese río que a su vez sólo existe por uno mismo, porque el río no lo es sin su caudal (p.120), y aunque el río, obediente, apresado, navegue por su marcado cauce, al amor se lo quiere libre, sin lastres, sin miedos, y sobre todo sincero porque sólo así contribuye al encuentro con la verdad.
     La verdad y su búsqueda es otro de los puntos de referencia para comprender la poesía de Rosa María Estremera. Su búsqueda justifica la vida y lleva a veces al encuentro con la inteligencia, pero también a la desesperación de enfrentarse con la torpeza, la estupidez y la estulticia del ser humano, de las que conviene huir siempre, de ahí la dificultad para encontrar “un puerto donde anclar”, una cala “que pueda consolar el alma” (p.124). A veces sí se da con una, fundamental: la del silencio (p.126).
     A partir de aquí, de esta confrontación con el silencio, la sinfonía sigue transcurriendo por la melodía de la soledad, del “zarpazo” que rompe el alma, del no saber decir en un momento dado y el remordimiento por no haberlo dicho, por haber sido torpe en el decir, porque tantas veces ni el lenguaje sirve para entender (sí, ¿verdad Rosa?, para malentender y confundir); para entender, digo, la soledad ante el viento (poema de la p. 134) y ante la muerte (poema de la p. 135).
     Por fin, en la 5ª sinfonía, se despliega la voz que ama. Comienza llamando la atención sobre el error de creerse conocedor de uno mismo, ante lo fácil que es equivocarse (p.146) y caer en errores que se acumulan y resultan peligros y empobrecedores. La única verdad es la de los propios sueños y los propios deseos: ésos son los que deben guiarnos en la vida (p.149); y así, en el poema SUEÑOS CERCANOS brota una voz de un sentido moral profundo, basado en la experiencia personal, en el desengaño, con un aviso, enésimo, sobre la necesidad de buscar, pues para esta poeta, la vida entendida como búsqueda es la única vida verdadera.
     En esa vida verdadera y de búsqueda, la palabra surge como roca, como marea, como amapola, como sol y como luna, y como verso, ya sin miedo (p.150), y al escribirse el verso resulta que lleva a la verdadera razón de todo: al tú a quien se ama, al verdadero amor, que lo funde y explica todo en el crisol de “ese fuego de mi amor eterno” (p.151), con el que se eleva el tono poético hasta lo religioso, y creo no equivocarme al señalarlo. Y ese tono se mantiene sin duda en UNA ESPERANZA (poema de la p. 152), que es un poema sobre la libertad.
     Porque en la palabra, en los versos, la poeta, la poesía, se pierde, pero es ahí paradójicamente donde se encuentra; perderse en el sentido de entregarse del todo (“me hice perdidiza y fui hallada”), de perder el control y ahogarse en gozo. Y en los versos, en las palabras (en su belleza, hay que añadir, pues no todas valen) se encuentra el “tú” (SÓLO TÚ, poema de la p.160), aquél por quien hasta la libertad en su mejor sentido, el de la libertad compartida, merece la pena; ese tú misterioso y secreto que invita a ser descubierto, que se ansía conocer y comprender, para amarlo más aún…
     …y gracias al cual es posible, e inevitable, AMARLO TODO (pp.168-169), poema que demuestra nítidamente cómo en realidad no se busca el amor, no se busca la verdad, no se busca (me permito añadir) a Dios, sino porque el amor, y la verdad, y el mismo Dios, son quienes nos llaman y nos arrastran; ella se deja arrastrar, dice, “por el sol de mi esperanza, para que la espuma blanca ame mi cuerpo…
     …y mi destino” (pp.168-169, casi al final del libro).
     En fin, a mí me gusta mucho este libro, no lo puedo (ni quiero) evitar, y por eso me cuesta concluir, porque me cuesta cerrarlo. Por eso os invito encarecida y cariñosamente a conocerlo, a leerlo, a disfrutarlo y entenderlo, a seguir a Rosa, a esta mujer en cuya cercana presencia me siento tan honrado, querido y protegido; a seguirla en su reflexión, a sentirla en su emocionante poesía, a meditarla en su contemplación de la realidad sentimental que la constituye y que nos constituye; a leerla, para enriquecernos, y, leyéndola, admirarla y quererla, que nunca será tanto como ella y sus innúmeras cualidades se merecen. Así que, de momento, vamos a escucharla. VALE."

     [Texto escrito el domingo 27 de abril, para la presentación del libro SINFONÍAS Y VOCES, de Rosa María Estremera, editorial Vitruvio, el viernes 9 de mayo de 2014, en la sala “Antonio Machado” del café COMERCIAL de Madrid]
    
     ©Jesús Ayet-2014










miércoles, 7 de mayo de 2014

Reseña del libro Sinfonías y voces, por Alberto Caeiro Jr. para la Revista Digital Rick´s Café

¡Buenos días!
Hoy comparto con todos vosotros la reseña que desde la revista Digital Rick´s Café (http://www.rick-cafe.com/?sc=2&ida=34) me ha hecho Alberto Caeiro Jr. ¡Gracias!

Abran paso, una poeta llega al Parnaso
Alberto Caeiro Jr.
Eso es lo que piensa y siente uno cuando se va adentrando en el poemario Sinfonía y voces de Rosa María Estremera. Apenas la lectura de las primeras veinte o treinta páginas, y te ves obligado a preguntarte ¿qué cimas podrá alcanzar en futuras obras?

Quede ahí la cuestión, ya que las circunstancias de la vida siempre acaban influyendo en las trayectorias de cada persona; ahora bien, toca al menos el intento auténtico y honrado de que aquellas estén a favor, que no es flaco esfuerzo.

Esta obra que ha editado Vitrubio tiene una fotografía de cubierta de la propia poeta llena de simbolismo. Está ausente la mujer que ama y también el hombre amado. Y, sin embargo, intuye uno que en aquel banco han pasado vivencias entre ambos. Es la geografía sentimental de Ortega y Marías, y de la novela Volver a amar (la catarsis) del escritor Manuel Carmonaen estado auténtico a través de una imagen y, por supuesto, en la mayoría de versos y poemas que componen Sinfonía y voces. Estructurado en cinco partes o sinfonías, en cada una de ellas hallamos desde poemas al estilo haikus y hasta algún aforismo, y por supuesto poemas largos y de una profundidad extraordinaria.

Tiene Rosa María Estremera la capacidad de descender desde la cumbre del iceberg hasta su décima parte más profunda. Y lo hace como os decía antes con poemas de distinta métrica, extensión, … Pero al leerlos uno los reconoce de ella; hay autenticidad estilística y en los contenidos, señal de que se han vivido y de que se ha mirado a la vida, a los demás, con espíritu abierto. Tampoco nos debe extrañar si caemos en la cuenta de que la poeta se dedica a la psicoterapia y al psicoanálisis. Aunque dicho sea de paso, hay gente que se dedica a una profesión y solo destaca en ella, mientras que el resto de circunstancias de su vida resulta un caos.

Prologado Sinfonía y voces por Jesús Ayet con palabras que ya invitan con mesura a la lectura de esta obra, en conjunto está bien editada. Ahora bien, hacemos saber al editor que se plantee el usar un tipo de letra diferente para los poemas. Esa letra tan negrita es mejorable siendo sustituida por otro tipo, que es la misma usada para los títulos de los poemas que los llevan –estos en mayúsculas-; proponemos mejor recurrir a una fuente no tan densa. La elegancia también se mide por esos detalles, y en sucesivas ediciones de este poemario o de esta colección bien hará el editor replantearse este asunto. Así como en corregir las erratas de las páginas 116 y 117. Es normal que un texto tenga errata porque lo editamos personas, los editores. Ahora bien, hay cosas obvias.

Ha bebido Rosa María Estremera como veníamos diciendo de las fuentes clásicas y de la más importante de todas: la vida. Se nota que Pedro Salinas tiene un lugar en su universo personal. Se intuye que también otros clásicos de las letras hispanoamericanas como Machado, Pessoa, …

Imaginaros, queridos lectores del Rick´s Café, una tertulia una tarde de mayo primaveral de sábado en el madrileño Restaurante Cafetería El Espejo. En una ciudad con demasiadas prisas y estrés, demasiadas urbes como esa en el mundo en nuestro tiempo, la poeta se cita con D. Pedro, D. Antonio y de D. Fernando -recién llegado este último de Lisboa vía ferrocarril-.

Se han citado para que Rosa María les regale a los tres un ejemplar de Sinfonía y voces antes de su primera presentación. Salinas echa un vistazo y se queda con el poema “Necesito tu voz”. Machado se queda con “Toma mi voz”. Y Pessoa con Hay un tiempo”.

En este último, la poeta se desnuda sentimentalmente con valentía, elegancia y sensibilidad. Sus emociones han dejado atrás las corazas que pudo tener. Muestra sus errores, sus carencias, mira al otro –su pareja- y a los otros. Pone en solfa las equivocaciones y los vicios del relativismo de finales del siglo XX y principios del siglo XXI. Y hace su catarsis. Se abre sin ambages, a corazón abierto. Se adentra en el sendero de la libertad, ha elegido la vida auténtica. Eso es la poesía, eso es la literatura, eso es el arte, … Por eso, enterremos de una vez los maniqueísmos de las ideologías. Por eso la ética y la moral son imprescindibles hoy y mañana, siempre.

lunes, 5 de mayo de 2014

Presentación de Sinfonías y voces 

El próximo viernes 9 de mayo Ediciones Vitruvio presentará mi primer poemario Sinfonías y voces que será presentado por Jesús Ayet en el Rincón de don Antonio del Café Comercial, Glorieta de Bilbao, nº 7 a las 19: 30 horas.


DESCREÍDA

Como cuando velas la muerte,
dejé encerrado tras
la puerta de mis sueños
las ilusiones desgastadas,
los deseos inacabados,
los anhelos perdidos
por el sendero que anduve.

Como cuando dejas de creer en algo,
dejé olvidado
en el fondo de mi esperanza
aquello que me crea,
que me nombra,
que me miente
y me pertenece.

Como cuando lloras el desamor
y las lágrimas
enturbian tu mente,
dejé de buscarte,
de creerte,
de tenerte…
Desterré tus palabras,
olvidé tu sentido
y traicioné mi alma
mi verso y mi destino.

miércoles, 30 de abril de 2014

Entrevista en la Revista Digital Rick´s Café por Manuel Carmona

¡Buenos días!
Hoy comparto con todos vosotros la entrevista que desde la revista Digital Rick´s Café (http://www.caferick.com.es) me ha hecho mi amigo Manuel Carmona. ¡Gracias de nuevo Manuel por esta oportunidad!

"Aunque con apenas nueve años la poeta sintió la punzada de la poesía visitando junto a sus compañeros y maestros la rotativa del periódico de su localidad ceutí de nacimiento, no será hasta décadas después cuando esta poeta extraordinaria vaya a presentar su poemario Sinfonías y voces (Ediciones Vitrubio).
En la reseña que publicaré en el siguiente número de Rick´s Café, el título ya es significativo, con lo que ello conlleva para el crítico y la propia poeta. Vayan la sinceridad y autenticidad por delante como la que Rosa María Estremera nos regala en sus versos y en esta entrevista.
El 9 de mayo, se presenta Sinfonías y voces en Madrid. Si estás en la Villa, y te gusta la poesía que hace vibrar, o quieres que ese día la vida te sorprenda, tienes una magnífica ocasión.


¿Cómo nace tu vocación poética? 
No recuerdo que naciera en ningún momento concreto. Siento que siempre estuvo allí conmigo, desde que el recuerdo me lo permite. Recuerdos, de pequeña en el colegio, cuando se acercaba la Inmaculada y las profesoras de lengua nos pedían una poesía para la virgen. Entre los papeles de mi habitación, entre las luces y ensoñaciones de mi tierra natal, Ceuta, enmarcada entre los mares y los mundos de mi infancia. Entre las luces maravillosas del Estrecho. Acompañándome siempre en los largos viajes en barco con mis padres. 
Junto al mar, por encima del mar, dentro de él, rodeada de él.  
No decido ser poeta, son los versos los que me han buscado acompañándome de mis sinsabores y frustraciones infantiles, de mis despertares púberes y adolescentes, de mi camino como adulta sin traicionarme jamás, sin poder desprenderme de ellos, sin querer desprenderme de ellos pero ocultándome de ellos en muchas ocasiones. 
Y en este deambular encontré el psicoanálisis que, para mí, es lo más cercano a la poesía que existe. Desde el campo freudiano y desde la orientación lacaniana. Siempre me ha gustado decir en mis conferencias que, para mí, el psicoanálisis es la manera de encontrar e interpretar las palabras que llevamos escondidas en lo más profundo de nuestra alma. Como arqueólogos de metáforas y metonimias que descifran los significados que, ocultos a nuestra consciencia, determinan inconscientemente gran parte de nuestra existencia. 
Es sencillamente para bien o para mal lo que soy y lo que siento. Una manera de vivir y de entender el mundo que me rodea, que ha marcado y marca mi destino, mi pasión y mi vida. Y que se ha configurado en la mejor manera de gozar, de amar, de entender y de vivir mi propio deseo y mi vida. 

Cuéntales a los lectores de Rick´s Café el camino recorrido desde que comenzaste a escribir este poemario hasta su publicación. 
Realmente este poemario no nace con vocación de libro. Supone para mí una verdadera transformación y purificación. Hace poco más de un año amanecí con un terrible dolor en la espalda.  
Una puñalá (cuando sufro y amo lo hago en andaluz) entre la columna y el omóplato derecho que me dejó literalmente parada. Me diagnosticaron varias hernias cervicales con alguna estenosis. Pero ese dolor insoportable me sirvió, como casi siempre en la vida, de impulso para transformarlo en algo que de no haber sido así, quizás nunca hubiera hecho. 
En las largas noches de insomnio, sentada en mi sillón y como mero mecanismo de defensa para intentar soportar una situación sorpresiva y altamente molesta, me dejé arrastrar por la lectura de versos y palabras, la mayoría ya leídos y algún libro nuevo entre el que se encuentra La Quinta esencia de Gala, que de alguna manera hizo revivir en mí esta pasión por los versos y las palabras que escondidas en mi ser y en mi alma, siempre me han acompañado, pero de las que de alguna manera huía. Mi propia esencia. 
Y decidí escribir lo que sentía, el libro está estructurado tal como surgió, en el mismo orden en que fueron apareciendo y que se configuraron como un diario de lo que encontré a lo largo de mi rehabilitación, un ritual que me empujó a transformar en palabra mi experiencia vital. Un viaje intimista y terriblemente sincero. 
Lo que buscaba, lo que encontraba, las voces de mi alma perdida y dolorida. Sublimando las emociones, los dolores. Escarbando en mi interior y despojándome de aquello que no me servía. Suplicándole a la esperanza que no me dejara, amando el viento, la nieve, el árbol, la ilusión. Negándome  a dejar de amar, negándome  a dejar de buscar lo bello, lo inocente, lo fugaz, lo libre y sublime. Negándome a dejar varado mi deseo. Este libro es la lucha por el amor y el deseo que emprendí por un dolor y que finalizó cuando Jesús Ayet, amigo, poeta, maestro de lengua y literatura, filólogo, compañero psicoanalista lo leyó y pensó que eso era un libro y me animó a que lo publicara. El creyó en esos versos y gracias a él estoy hablando hoy de mi primer poemario. 
Pero como digo en los últimos versos recogidos en Sinfonías y voces: 

El final del recorrido
largo, cansado, vivido.
Al final para encontrar
lo que siempre he sido.
Un final que es un principio.
Del final: mi destino,
mi palabra, mi sentido.

Has colaborado en medios periodísticos, qué te aporta ese injerto en tu literatura. 
Cuando tenía nueve años, nos llevaron a toda mi clase a conocer el periódico local: El Faro de Ceuta
Aún hoy en día soy capaz de oler el papel y la tinta que allí descubrí. De sentir el polvo acumulado en las rotativas. De los halos de luces que como mágicas estrellas alumbraban sus rincones. Creo que fue la primera vez que me enamoré, la primera vez que sentí en mi piel y en mis entrañas la emoción, el deleite y el placer por lo que mis ojos veían y mi corazón sentía. 
Eso también fue verso sepultado en mis recuerdos, esa experiencia para mí fue poesía, lo sigue siendo. 
Pocos años más tarde, me ofrecieron llevar una página juvenil en dicho periódico. Sin duda aquello fue una de las experiencias más maravillosas que he vivido. Todavía guardo algunos de aquellos ejemplares gracias a que mi madre los guardó, esas cosas que hacemos las madres… En ellos, amarillos ya por el paso del  tiempo, quedaron ligados esos olores y esos maravillosos recuerdos. Páginas donde lo mismo había un poema, que una entrevista al entrenador de balonmano de un equipo local, un cuento, un crucigrama o un ensayo sobre Sócrates…  
Creo que somos muchos más sabios y creativos de niños y jóvenes y que después nos perdemos y nos sumergimos en aguas que entumecen nuestros sentidos dejándonos arrastrar hacia lo estúpido e insulso. Creo que perdemos la fe en nosotros mismos. 
En botánica un injerto solo es posible entre especies más o menos relacionadas, porque de otro modo los tejidos resultan incompatibles. Por lo que deduzco que tal episodio en mi vida me sirvió para introducir en mis palabras un mayor amor por la expresión, por la comunicación y la capacidad de transformar en versos o en prosa algo que está más allá de uno mismo y que cada cual traduce y expone de alguna manera a los demás.   

Eres psicoanalista y psicoterapeuta, qué posibilidades catárticas tiene la poesía. 
El ser humano habla en metáfora continuamente, somos seres hablados por nuestro inconsciente que como decía Lacan está estructurado como un lenguaje. Según esto para mí todos somos poetas y algunos escriben poemas. 
Más allá de esta relación, distinguiría entre la relación estrecha existente entre poesía y psicoanálisis, las posibilidades de eliminación catártica de aquellos recuerdos inconscientes que perturban la cotidianidad del individuo, produciéndoles síntomas y angustia y en consecuencia afectando a su vida y como al poeta, puede llegar también catárticamente a liberarlo de sus miedos, poniéndole directamente en contacto con su propio inconsciente, en un proceso que se me antoja liberador en muchos casos, así es en el mío. 
Para Lacan, la metáfora es un proceso por el cual un significante sustituye a otro que queda reprimido, es decir, olvidado en el inconsciente. Una sustitución que equivaldría de alguna manera al proceso de condensación de los sueños descrita por Freud.
La metonimia sería para Lacan la forma retórica equivalente al proceso de desplazamiento de los sueños designado por Freud. Por consiguiente tanto una como otra son herramientas básicas que ayudan al psicoanalista a descifrar aquello reprimido verbalizado por el consultante y que nos da las pistas para interpretar que hay olvidado en su inconsciente, ayudando a liberarlo de aquellos síntomas que lo inhiben y angustian. 
Por otro lado, al poeta le brinda la oportunidad de estar mucho más cerca de ese espacio por el cual se abre paso el inconsciente para hablarnos y contarnos de su ser. Por el que somos muchos más conscientes de que somos seres en falta e incompletos, nos pone en contacto directo con nuestras carencias y miedos, pero también con nuestros deseos y anhelos. 
En este poemario propongo como la poesía nos toca con su belleza, nos transforma en palabra, haciéndonos libres. Con las consecuencias positivas y negativas que conlleva. 

Te voy a dar nombres. María Zambrano y Pedro Salinas. ¿Qué significan en tu biografía? 
María Zambrano fue una mujer admirable, una gran buscadora de preguntas y respuestas, respuestas que para ella se encuentran en la poesía, sus estudios sobre los sueños me interesan como psicoanalista. Sus reflexiones sobre la razón poética como método para la creación de la persona resultan muy estimulantes, pero debo reconocer que ha habido otros autores que quizás dejaron más huella en mi vida. 
De Pedro Salinas me llevo sus cantos al amor desde la pasión al lamento, desde la plenitud al vacío de la ruptura. Pero como a muchos de su generación y pienso que a casi todos, son los acordes y arpegios escondidos sutilmente, entre la sencilla, fresca, clara e intimista lírica de Bécquer, su amor por la naturaleza, el periodismo, la crítica artística me hayan influido más conscientemente.
Junto a Bécquer, las luces y las almas de Alberti al que me une el mismo amor al mismo mar y por supuesto Antonio Machado cuyos caminos como símbolos de vida, su romanticismo susurrado a un rezo sólo musitado y arrastrado. Su carga afectiva, sus significados que siempre van más allá de aquellos caminos que configuraban su mundo y a los cuales se identificaba y transformaba. Están muy presentes en mí. Hay en mis pensamientos una búsqueda incesante de caminos, íntimos y particulares por los que buscarme, perderme y encontrarme. 
Caminos desconocidos
vírgenes a mis pasos,
libres…   frescos… junto a mi lado.
Pero debo decir que han sido personas anónimas las que junto a la Luz que pinta siempre mis anhelos, las que más me han influido. Personas anónimas como mi abuela, con la que dormía de niña y aquella antología poética: las mil mejores poesías de la lengua castellana, que reposaba en su mesita de noche y que siempre puso en mis manos para que leyera, alguien que aprendió a escribir y a leer ella sola. Su coraje, su historia y aquel libro que dorado ya por los años aún guardo, son los que indudablemente han marcado mi existencia. 

En nuestro tiempo la falta de amor en pareja es una de las lacras de nuestro tiempo. El psiquiatra Enrique Rojas lo califica como la mayor pandemia actual. Este poemario trata del tema del amor como asunto clave y vertebrador. Tres cuestiones, la primera ¿cómo lo vives? 
¿El amor? Como puedo, como me dejan… pasional y frustrante. Lleno, pleno por momentos y desdichado y lejano por otros. Sin aplicarme la teoría, muy instintivamente, muy sinceramente. Amo de verdad y sin tapujos, de cara, soy fiel a mis amores a cualquiera que sea: al hombre, al amigo, al hijo, al trabajo, a mis deseos. No creo que haya hoy en día más dificultades en el amor de pareja, sino en el amor en general. 
Vivimos un tiempo que en mi opinión no busca amor, se busca la satisfacción rápida y narcisista, y ya sabemos cómo terminó Narciso.  

La segunda, qué visión tienes como poeta.
Creo que lo resumo en uno de mis poemas: 
El amor está sentenciado
está muerto, enterrado para siempre
en el duelo perenne
que devuelve al mar del olvido
nuestros propios intereses.
Espero estar equivocada. 

La tercera, qué perspectivas ofreces como psicoterapeuta. 
Primero ver qué problemas inconscientes determinan una no satisfactoria relación con el amor. Qué hay detrás, qué no permite encontrar pareja, qué no permite establecer una estabilidad, por supuesto, esto entra dentro de la clínica del caso por caso, no hay dos individuos iguales y, por lo tanto, no existen síntomas idénticos. 
Lacan decía que amar es dar lo que no se tiene a quién no es. Y particularmente hay una frase suya que me fascina psicoanalítica y poéticamente. Lejos de ser lo que dirige o va por delante, el amor se limita a ir a rastras
Con ello quiero decir, que en general en mi clínica me encuentro con la frustración del no ser entendido, de no ser llenado o completado. Y esto es, porque somos seres en falta que nunca estaremos completos y, por lo tanto, nada ni nadie nos pude llenar del todo, de ahí la frustración. Llegar a aceptar esto y tolerar que el otro ama cómo puede y no cómo uno pretende. Que como individuos somos muy distintos, a veces casi opuestos. Entender que cabe la posibilidad que el otro desee y quiera anhelos distintos a los nuestros, y que la pasión siempre termina por desaparecer, es complicado. Si lo llegamos a aceptar y entender se nos pude abrir una maravillosa manera de entender el amor, de sacarle partido y satisfacción tanto para uno como para el otro, al final todo se basa en la humildad y en la tolerancia y en saber jugar a completarnos y llenarnos con asiduidad aunque no sea eternamente. 

Hay poemas con estructuras de Haiku. ¿Qué te aportan?  
Puede haber una cierta similitud en la estructura, esa manera de expresarme, no intencionada, me reporta sencillez y naturalidad a la hora de trasladar en palabras sentimientos, sensaciones y emociones intensas y casi instantáneas, pero creo que a diferencia del Haiku lo utilizo más para lo abstracto y cuando intento trasladar sensaciones que me regala la naturaleza, necesito expresarlas con brevedad, aunque es sólo mi percepción. 

Qué se siente en la soledad de ese banco del parque. 
Es un banco cercano a mi casa, está en un lugar que veía cuando empezaba mi recuperación, pero que al principio estaba demasiado lejos para llegar sin que mis molestias me lo impidieran. Ese banco forma parte de mi catarsis personal como símbolo de mi búsqueda personal y mi superación física y mental. 
Escenifica el deseo de llegar por mí misma a él y reposar sentada por fin en la soledad placentera de saberse transformada y superada. 
Es un banco alegórico de la búsqueda de nuevos caminos en el que quizás nunca llegué a sentarme pero pude llegar a hacerlo. Uno, entonces, puede decidir. 

Por qué has elegido a Jesús Ayet para el prólogo. 
Sencillamente porque sin él, como dije antes no hubiera existido este libro. Además su poesía mística es desgarradoramente pasional y bella, auténticamente una maravilla para los sentidos y el alma. Su persona es una de esas que pocas veces tienes el honor y el placer de encontrarte en la vida. Vayan para él, mi admiración, agradecimiento, respeto y profundo cariño. 

Qué te motivó a estructurar el poemario en cinco sinfonías. 
En un principio surgió la idea de ordenar todas aquellas palabras que, sin premeditarlo, habían acompañado y transformado uno de los periodos más interesantes de mi vida. A la vez que buscaba un título que definiera y resumiera la esencia encerrada del poemario. 
Y la solución la hallé cuando al leer lo que había ordenado, me percaté que había roto ese eje imaginario que vertebraba la historia tras la cual surgieron los versos. 
Por lo cual, solo me quedó desmontar el orden. Ese orden me permitió revelar distintas voces entrelazadas en él. Los años pasados estudiando en el conservatorio fructificaron en mi pensamiento. Esas Voces parecían formar los distintos movimientos o partes de una orquesta, formando un conjunto de elementos que, según lo que estudié como definición de sinfonía, debería ser harmónico y bello… Esto último lo dejo al criterio del lector. 
Pero en ese momento tuve el título del libro, esos cinco movimientos obedecían simplemente a cinco meses de mi vida que formaron un cruce entre el dolor físico, la duda existencial y la búsqueda de mi verdad, la que solo a mí me atañe. 
“Voz que busca”, “Voz que encuentra”, piezas que encajaban sutilmente con las “Voces y Alma”, con “Otras voces”, voces del desamor y de la búsqueda por encontrarlo, una sinfonía, una obertura entre mis pensamientos y mis miedos. Pero siempre una “Voz que Ama”. Y así surgieron las cinco voces de esta mi particular sinfonía. 

Cambiando de tema, qué piensas de las ideologías.
En la segunda sinfonía de mi libro: “Voz que encuentra”, escribo: Muertas las ideologías, es momento de la ética y la moral. 
Las ideologías que caracterizaban lo social, lo cultura, lo político… están obsoletas, corrompidas, pervertidas, inexistentes a la causa del grupo que lo contenía, en mi humilde opinión. 
Deberemos ir a la raíz, a las ideas y volverlas a crear, a pensar, a discutir, a amar; para volver a ser individuos esperanzados que vuelvan a teñir de color esta sociedad en blanco o negro. 

Una pregunta muy personal, como está tu alma en esta etapa de tu vida. 
Mi alma está endiabladamente viva, a veces me asusta la fiereza y fortaleza de su esencia que no parece mía. A veces llega amedrentarme su determinación y acabo por encarcelarla de nuevo entre las rejas de mi mente sosegada y tranquila. 
Pero es astuta y escapa. En esta etapa de mi vida, tengo cuarenta y siete años ya no me importa sus escapadas, no me asusta ya cómo amanezca mañana porque aprendí a tener siempre una manta cerca para arroparla cuando vuelva a quedarse desnuda de amor.  
Terminé por aprender de ella lo que de bueno para mí me brinda en su capacidad de lucha y superación, y a tamizar su ímpetu. 

Sobre que te gustaría hablar que no hayamos hablado.
Hablar es desear y desear nos mantiene vivos, nos impulsa a seguir buscando caminos, a construirlos. A veces extraviamos los sueños y la esperanza. 
Y la esperanza no te engaña,
la esperanza te hace andar
por un camino de lirios azules,
por la vereda de un deseo inalcanzable.

Solo me resta agradecer esta maravillosa oportunidad de acercarme a todos vosotros para que me conozcáis un poquito y para que mis palabras puedan, así, llegaros.