Pasear por los bordes de la "muerte".
Hallarse en la aceptación de lo finito.
La fruta marchita de lo perecedero.
Renunciar a luchar lo inevitable.
Buscar y aceptar.
Sola, callada.
Nada es bajo este prisma lo que parece y a veces, lo que es, se pierde diluido por un espacio inexistente. Salvada por el empuje del deseo y la búsqueda incesante de los silencios.
Tu voz, tus ojos, tus sueños...
Solo son el barro húmedo que calma el descubrimiento.
Son, los besos que otorgan la asunción propia.
El perdón.
"Porque nada muere eternamente bajo el innegable don de la resurrección"
De "Las tierras que nos cubren" Ediciones Vitruvio. Viernes 11 de Noviembre a las 19: 30 en la Biblioteca Pública Eugenio Trías de El Retiro. Madrid
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