Lo
importante no son tus ojos
sino la memoria prendida de tu mirada.
La tranquila
y acompasada brisa
que deja
exhausta la galerna.
Lo que
sentimos después del olvido.
La vida
serrada, engullida por el despropósito.
Lamidas por
el orgullo,
Besada por
las pasiones.
El resto del
caramelo,
el
envoltorio brillante sobre el asfalto.
Las cuentas
perdidas de un collar
que nunca se
posó en ningún cuello.
El recuerdo
de tu palabra
interpretado
por la consciencia
erosiva de
la fuerza del destino.
La arena que
escupe la duna.
La sequedad
de la certeza.
La fuerza
ardiente de la brasa.
El fuego.
La lava que
moldea la piedra
no es lo
importante.
Es, la forma
que libera
la débil y
maleable
vida de la
cosas.
Las que
miras,
de las que
hablas.
La magia
esculpida en los recuerdos,
y el
engañoso juego de la ola
que te
alcanza y te abandona
como casi
todo…
Lo
importante querido amigo
no es que
sufras conmigo este instante
sino el
crepitar de nuestras pieles
después de
un amor imaginado.
La mano
tendida después de un arrebato.
Las palabras
crueles que no sentimos.
Ni siquiera
tiene valor nuestra presencia
sólo el
rastro inmóvil, asolador,
que surgirá
cualquier mañana
moldeado,
por el fuego devastador de tu palabra.
Rosa María Estremera.
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