sábado, 21 de marzo de 2015

Ante la primavera

 En el espacio tibio, sereno
cómo el final de la muerte,
existe el comienzo de un vacío
mudo y desprovisto del tiempo
aún por crear de la vida.
 
Un lugar, donde el entendimiento,
sustancia de la frialdad, desaparece.
 
Descansan las entumecidas garras
de un pasado aterido,
recubierto de oscuros sueños.

 
 
Se instala un período
de vibrante y silenciosa espera,
en el área que abandona
la inmensa devastación
de las tierras latentes,
donde todo, se configura
extraño de escuchas
con el eco sordo del descuido.
 
Catarsis de un vigor renacido
en trémulas  flores
de virgen fragilidad,
de brotes sometidos
al ineludible anuncio
de la resurrección de los campos,
su cálida prestancia
y volátil ensoñación.
 
Huele el aire a susurros perdidos,
a la lluvia templada
y a la niebla, que dejó de perturbar,
porque la velada esperanza
del deseo, despereza
los días más largos
y las noches deambulando
por el tacto de tus manos.
 
Si me quedara algo de pureza,
podría agarrarme
a los brazos inexistentes
que vuelvo a pensar.
 
A las pieles perdidas
en las frustraciones tercas del desprecio,
de un tiempo aún por despertar.
Del momento que resucite de púrpura
el oscuro esperar de otro invierno
que muere entre mis brazos.


                                                                                          Rosa María Estremera.
 
 
 

No hay comentarios:

Publicar un comentario